30/11/07

Tebeos




Cuando yo era pequeño (bueno, y relativamente mayor también) había periódicos mañana y tarde. Salvo los lunes, que sólo salía la “Hoja del lunes”. Mi padre cambiaba mucho de periódico, o esa es la impresión que me ha quedado, y sin un criterio claro, al parecer. Pero compraba el de la tarde: El Alcázar, Informaciones y Pueblo. Es preciso reseñar que, por aquel entonces, El Alcázar, era un periódico normal. Normal para el entonces aquel, obviamente.

Recuerdo que El Alcázar, al menos un verano (era verano porque estábamos en el pueblo), que debía ser el del 69 o 70, traía comics: un tal "Roldán el Temarario", que resultaba ser nada menos que Flash Gordon, el de Dan Barry, no el de Alex Raymond, que mi generación no conoció hasta poco antes de la muerte del Caudillo, publicado en fascículos semanales ansiosamente esperados ¡y en color! por Editorial Burulan. Como es más reciente, mis recuerdos son más nítidos. Pero, a lo que iba: yo conocí a Flash Gordon en El Alcázar.

Me imagino que sería un suplemento veraniego, porque lo recuerdo con una impresión nefasta, propia de la época (salvo las aristocráticas páginas de “huecograbado” del ABC) y ¡en color! Claro que lo del color puede obedecer a una contaminación mnésica tardía.

Luego vino el informaciones. Durante una época indeterminada en mi memoria (principios de los 70, supongo) Forges sacaba allí sus legendarios forgendros: máquinas de utilidad incierta cuyos componentes gozaban de nombres como “firulillo de esborciar” y que tomaron el testigo del entonces predifunto profesor Franz de Copenhague, que salía en el TBO. Tebeo que, pese a los intentos de mi abuelo Heliodoro que lo consideraba el no va más, siempre me pareció de lo más cutre (Salvo, claro está, el Prof. Franz)

Yo era más bien de Editorial Bruguera: Pulgarcito, Tío Vivo, DDT (éste, creo que fue una refundación de una revista de humor en gran formato para “mayores” que compraba mi tío Juan) Cuando yo tenía 10 años, apareció el Superpulgarcito, con veleidades de convertirse en referencia dominante de los tebeos y, algo después, el Mortadelo, que suponía el inevitable reconocimiento de la primacía de Mortadelo y Filemón (y, por tanto, de Ibáñez) sobre todos los demás personajes que contribuían a matar el aburrimiento de mis tardes de domingo, sobre los que hasta ese momento reinaban como primus inter pares. Digo lo de las tardes de domingo, porque el momento de comprar los tebeos era a la salida de misa de una. Eso sí: tenía que pedirlo todos los putos domingos. Recuerdo una vez que no quise pedirlos al pasar por el kiosko y ¡joder! pues que no me los compraron. Y eso que yo tenía sólo 7 años. Pero es que he recibido una educación muy dura, joder, así he salido.

Nada que objetar a Las Hermanas Gilda, Anacleto Agente Secreto, el mismo Vázquez, Hug el Troglodita, Los Señores de Alcorcón y el Holgazán de Pepón, El Reporter Tribulete, Carpanta, Doña Urraca, Zipi y Zape (que, a pesar de los intentos de su autor, no consiguieron que me aficionara al fútbol, aunque años después y gracias al Ejército, pude estrechar la mano de Paco Gento) y tantos y tantos otros. Pero el caso es que el Mortadelo supuso un cierto aggiornamiento en el mundo del tebeo patrio, aún anclado en el costumbrismo de posguerra:

Empezaron a aparecer cada vez más personajes que no eran calvos, que no pasaban hambre y que “pensaban” en algo más que en la lotería que los sacaría de la miseria. Paradigma de lo que digo: “Sir Tim O’Theo”, de Raf (que continuaría en El Jueves) : ¡Un inglés! impensable hasta ese momento.

Aparte, por supuesto, estaban El Capitán Trueno y El Jabato, suma y compendio de las virtudes de la Raza (Aún alcancé a leerlos en unos “superálbumes” en blanco y negro que me parecían gigantescos, imagino que por mi escaso tamaño de entonces) Y, cómo no, “Hazañas Bélicas”, esos tebeos apaisados cuyas hojas había que abrir con un cuchillo (recuerdo cuando ya me fue permitido usar un cuchillo, con lo que los bordes quedaban decentes, y no con el mango de una cuchara, como hasta entonces, con lo que quedaban asquerositos) Pero, ¡ah!, el engorro que constituía abrirlos quedaba largamente compensado con las hazañas de la Wehrmacht a cargo de Boixcar, o las de los marines contra los pérfidos japos en el Pacífico, combatiendo isla por isla: Guadalcanal, Iwo Jima. Tarawa... ¡Joder, qué tiempos!

Había más: las aventuras del Sargento Gorila y el Teniente Johnny Comando en la Guerra de Corea, o un tebeo que jamás he oído citar después, pero que a mí (y a mi primo Benito) nos encantaba: el “Bravo”, que era como más de mayores que los de Bruguera, con aventuras “serias”: Galax el Cosmonauta, Mike Palmer, Detective, La Patrulla de la Selva, que era, ni más ni menos que las andanzas bienhechoras de una unidad de mercenarios por África (o esa es la impresión que conservo) y, ¡Tachánnnn! Mucho ojito: EL TENIENTE BLUEBERRY. Ahí, en el Bravo, fue la primera vez que entré en contacto con el genio entre los genios: GIR/MOEBIUS.

Luego vendría el Strong, que era más o menos la versión española del Spirou francés.

Durante todo este período, suponía una frustración cuando en verano, en el pueblo, mi abuelo se pusiera en plan espléndido y me apareciera con Roberto Alcázar y Pedrín (fomentando la paidofilia inocentemente) o El Guerrero del Antifaz. Que seguían (y siguen) pareciéndome el colmo de la cutrez.

De hecho, creo que la numantina aunque desesperada resistencia del TBO, Roberto Alcázar y El Guerrero del A. a desaparecer de una vez por todas, no era sino un reflejo del cambio de época que vivía el solar patrio por aquel entonces.

Luego vinieron (Tendría yo 10 años) Flash Gordon reencontrado (siempre el de Dan Barry) y El Hombre Enmascarado (el nuevo, el que desarrollaba sus películas en Africa, y no en Borneo o sus cercanías; aunque los Bandar, los temibles pigmeos envenenadores que le rendían culto, se adaptaron perfectamente al cambio y los dibujos eran mucho mejores)

Pero lo que recuerdo como un hito fue la primera vez que cayó en mis manos un tebeo de Superman. Siempre hablábamos de Supermán, pero nunca habíamos visto uno. En realidad, aunque cueste creerlo, ni mis colegas ni yo teníamos muy claro qué aspecto tenía. Estaba publicado por Editorial Novaro, mexicana, así que todos hablaban de una forma la mar de rara: le llamaban carros a los coches, sacos a las chaquetas y cobija a lo que, con toda claridad, era una manta. Eso, la verdad, los hacía poco atractivos y, aunque uno se esforzase, decepcionaba. Una cosa era oir ese extraño lenguaje en la tele y otra muy distinta, hacer el esfuerzo de leerlo.

Sobre todo, porque por esa misma época hizo su irrupción cual elefante en cacharrería la factoría Marvel, con sus tebeos que de repente ya no se llamaban tebeos, sino comics y, aunque estaban en blanco y negro, sus personajes estaban infinitamente mejor caracterizados y sus argumentos eran mucho, pero mucho más enrevesados, lo que capturaba bastante más nuestra infantil atención. Y, encima, como eran gordos, una vez leídos e intercambiados, se podían usar como espinilleras para jugar al fútbol.

Eso sí: los superhéroes de Marvel se vestían de un modo tan ridículo ( o incluso más) como Supermán y sus colegas.

El tema del atuendo de los superhéroes era su punto flaco a mi entender. Y es que yo siempre he sido partidario de la discreción en el vestir. De ahí que mi preferido fuese el Coronel Furia, que no tenía superpoderes, pero, a cambio, se vestía de un modo razonable (para el canon Marvel) y, además, era militar; cosa que a mí me ponía mucho por entonces. Reconozco que me preocupaba un poco (y a mi amigo el prof. Borodin también, no sé si se acordará) si pertenecía al Ejército Regular de los Estados Unidos o, por el contrario, Escudo (hoy “Shield”) era una de esas empresas privadas de los superhéroes, tipo “Los Vengadores”. He de decir que la aparición de sus andanzas contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, cuando sólo era Sargento, despejaron esos temores de una vez por todas.

Me estaba refiriendo a publicaciones periódicas, por lo que no he mencionado a Tintín, que será un lechuguino la mar de cursi y todo lo que queráis, pero, oye, te hacías una cultura. Y siempre estaba el Capitán Haddock para sentirte identificado con alguien. ¡Ah...! Esos tomos de tapa dura y lomo de tela... Ahora mis tintines valdrían una pasta y ennoblecerían mi biblioteca, de no ser el mayor de seis hermanos y de (por entonces) unos 14 primos, lo que llevó inexorablemente a su destrucción.

A partir de ahí, en torno a los 12 años, ya empecé a pasar de los tebeos y centrarme en los libros a secas. He de decir, que ya había empezado sobre los 8 años con Salgari y Tarzán (éste último, gentileza de Rosi, una semitía muy querida que murió hace años) y me limitaba a los Vampus (versión española de Creepy) Y Dossier Negro, comics cutres de terror bastante malos y repletos de moralina calvinista, pero que procuraba estimulantes sensaciones una vez caía la noche. Sobre todo, si tenías que atravesar un sitio oscuro.

Ahí se acabó. Hasta el año 80 o cosa así, en que se inició la edad dorada del comic en España: TOTEM, 1984/Zona 84, CIMOC, Comix Internacional, Cairo, etc., etc. , sin olvidar el Víbora. Pero esa es ya otra historia, compartida también con el profesor Borodin.

26/11/07

Más sobre Pakistán

El Profesor Piolet me envía desde Flandes lo que sigue con la nota de "a ver cómo prologas esto". Pues no hace falta, ya que el prof. Piolet es sobradamente conocido entre los clientes y, al fin y al cabo, es la continuación de lo del finde.
Eso sí: ¿por qué hablamos de Pakistán? Pues porque es uno de los sitios donde se juega el gran juego y ya veremos qué pasa con sus bonitos juguetes nucleares, cosa que, a la larga, puede acabar interesándonos bastante más que las chorradas en las que gastan sus energías los plumillas patrios.
Piolet:
Las cosas en Pakistán van muy de prisa y, dejando un poco de lado el tirón de orejas a los ineptos entre los plumillas -que no todos lo son- intentaré completar el comentario sobre la actualidad de este país como yo la veo.
Nawaz Sharif vuelve hoy del exilio a su feudo pundhabí­ de Lahore. Tiene asegurada una recepción tan multitudinaria y, tal vez tan estruendosa , como lo fue la de B.Bhutto. Está por ver si echa a patadas a BB que intentaba madrugarle en su propia casa (con el pretexto de que Lahore está mas cerca de la capital Islamabad que su propio feudo (el sindhi- Karachi), o se pone de acuerdo con ella para rematar a Musharraf mientras la cosa está caliente.
Dudo que lleguen a una entente, pero polí­ticos resabiados como estos dos no sólo saben hacer, sino aparentar hacer ; de lo que no dudo es que se estarán acuchillando por la espalda o de frente- desde el primer día.

En cualquier caso, Bhutto no tendrá otro remedio que recular a Karachi y currarse la sustitución del general sin la ventaja que suponía su presencia pactada como única lí­der opositora sobre el terreno. Musharraf aceptó el trato diseñado en Washington por los imagemakers de la democracia global, pensando que serí­a mas fácil doblegar un partido en concreto que luchar contra la hidra de varios movimientos descontrolados.
Puede parecer una paradoja (Chavez confía en todo lo contrario, salvando las distancias), pero, tras echar el hueso y ganar tiempo, no sería difícil desacreditarla dentro del paí­s sacando todos los trapos sucios de su paso por el Gobierno y enfrentándola de nuevo con sus enemigos de siempre. La memoria de su reinado es aun reciente y como muestra, una cáustica definición de la dama, acuñada recientemente por una descreída periodista pakistaní­ : Kleptocrat in a Hermes headscarf. Su look, con pañuelo y gafas de diseñadores famosos y carí­simos- puede embelesar a occidentales y situarla todos los años entre las diez mujeres mas fashion del mundo ; pero en Pakistán no engaña a nadie : solo la quieren los suyos, es decir los que esperan su oportunidad para poner el cazo. No hay mas. Los que ven por la tele masas enardecidas de partizans y enseguida hablan de revolucion de colorines democratizadora -esta podría ser la del Coriandro (bendito)- deberían recordar que en Pakistán (en toda la región) las lealtades obedecen a consignas étnicas y confesionales, no ideológicas; pero siempre de pago.

Mientras tanto, Musharraf va marcando el calendario : las elecciones legislativas están fijadas -y confirmadas por el Supremo- para el 8 de enero . El propio general también está legitimado como Presidente a falta de que se quite el uniforme « no problema », dice, en cuanto las circunstancias y la seguridad del paí­s me lo permitan. Al igual que la revocación del estado de excepción.
Está claro, que ese momento oportuno llegará en cuanto BB y Sharif empiecen a tirarse los trastos a la cabeza y la oposición se convierta en una jaula de grillos. Nos puede parecer que queda poco tiempo para tal desarrollo, pero, repito, las cosas van muy, muy deprisa y el « ahora o nunca» los pretendientes lo tienen bien claro.
En cambio, Musharraf cuenta con profundidad táctica para reagruparse : no es difícil forzar el conflicto armado en la zona tribal, que sumado a la ola incesante de atentados permitirí­a mantener las libertades civiles congeladas e incluso, si las cosa no están claras, aplazar de nuevo las elecciones. Su consigna en este momento es la de ganar tiempo y permitiendo la vuelta de Sharif puede conseguirlo.

Solo unas palabras sobre un nuevo personaje que se asoma al escenario : el general Ashfaq Pervez Kiyani, nombrado por Musharraf para sustituirlo (en el momento oportuno, como ya dijimos). Como suele suceder con jefes militares accidentales, poco se sabe de este nuevo actor, salvo que es un brillante profesional de la milicia, apolítico, incondicional de su patrón y tantas cosas mas que se decían en su dí­a de Pinochet y de otros generales en África y Asia que llegaron al poder a la chita callando. Solo un par de datos de su biografí­a : su formación militar la completó en academias de EE UU y no en UK, como Musharraf ; fue ayudante militar adjunto de Benazir Bhutto (sic) durante su primer paso por el Gobierno y, finalmente, su último empleo fue el de jefe del servicio de inteligencia del paí­s -el ya célebre ISI- medio año que le habrá permitido conocer de primera mano la trastienda mas oculta del régimen. Por lo demás, es pundhabí­, como debe ser y Presidente de la PGA (Asociación de Golf de Pakistán). Por sus hechos lo conoceremos.

24/11/07

La boñiga autorreferencial

Para ilustrar este postio, propongo estos dos mapas:

¿Qué pasa en Afganistán/Pakistán? Una de las cosas que pasan -no la única desde luego- es que nosotros hemos decidido ver las cosas así:



Pero resulta que los pashtunes las ven así.




Piolet y vuestro humilde narrador hablamos con mucha frecuencia sobre la manipulación informativa. Tratándose de los medios de comunicación, es, lo sé, una expresión redundante, como hablar de bolas redondas.

Lo que ocurre es que hay distintas categorías: en lo que a “Nacional” se refiere, la manipulación es lógica y clara, respondiendo a los intereses político-corporativos a que obedezca el medio en cuestión y, quien más quien menos, sabe de qué va la cosa y qué gilipolleces prefiere creer para orientar sus odios particulares.

Pero en “Internacional”, como, por una parte, España no tiene una política exterior con objetivos tan claramente definidos como para exigir manipulación y, por otra, nuestros medios son de una estulticia tan patética que los intentos de “crear opinión” deben leerse en clave localista, hay que llegar a la conclusión de que el sesgo que se da a la información internacional está más relacionado con la ignorancia de la mayor parte de los periodistas y los así llamados “analistas” y a su carencia de conocimientos previos, históricos y técnicos, que con una intención consciente de conducir a la opinión pública en un sentido u otro (salvo los que cobran, claro, pero estos suelen ser columnistas). Lo malo es que luego, se toman como fuente unos a otros, dando vueltas a la pseudoinformación hasta formar, cual escarabajos peloteros una compacta boñiga autorreferencial.

Todo ello, por supuesto dentro de un marco de seguidismo de la versión oficial de la Historia suministrada por las agencias (y no me refiero sólo a las de noticias) Así: los Balcanes, las revoluciones de colorines, tan espontáneas, en el espacio ex-soviético o las aberraciones que se dicen sobre Palestina y Oriente próximo en general. Por no hablar del tratamiento informativo de Rusia tras la retirada de aquel simpático borrachín que disolvía parlamentos a cañonazos ante la sonrisa comprensiva del Mundo Libre.

A continuación, un emilio de Piolet a un ex-responsable de crear opinión. Creo que lo cuenta mejor que yo.

“Hola, K***

El otro día te comentaba que los rifi-rafes entre los maronitas por elegir un presidente antisirio pillaron aquí a mas de uno desprevenido: efectivamente , en casos complicados y que no cuentan con terreno sembrado, se cultiva una información que no se corresponde con la realidad. Muchas veces se explica por la chapuza de informadores con poca preparación de fondo que se lanzan a acuñar un molde guiados por lo que intuyen como "encargo social" (decían los soviéticos; en realidad, encargo político); el resto les sigue la corriente y, así, la bola va creciendo hasta anunciarse como verdad fetén. Ya de poco sirven advertencias de conocedores de la materia: se les toma por pedantes, "desmitificadores" oportunistas o pseudoexpertos, que aparecen como hongos en cada crisis novedosa. Después vienen las sorpresas y las rectificaciones apresuradas. Otra chapuza.

Ahora vemos como el general/presidente Musharraf es desposeído de su aureola de aliado esforzado y se le describe como dictador sin escrúpulos que baila en todas las cuerdas flojas posibles para mantenerse en el poder. Ya venía anunciado porque tiempo hubo y la tensión informativa sobre la zona permitió ir matizando poco a poco; aunque daba mucha pena: era tan majo..., pero en fin, que se le va a hacer: aprendimos que hasta los ositos de peluche pueden ser tóxicos.

Ahora se nos viene encima otra sirena, La Bhutto, que también hay que echarle de comer aparte. Como tótem feminista tiene asegurado el babeo de parte de los medios, pero tampoco es nueva en el escenario y muchos le tienen tomada la medida; de entrada puede que reciba un tratamiento mas cauto que el que en su día (durante la campaña de Afghanistan) se le dispensó a Musharraf.

En realidad el clan Bhutto es la cabeza política del establishment sindhi, tan desalmado y corrupto en el poder como cualquier otro de la región. Como ejemplo, el otro grupo de poder que junto a los sindhi pastelea la economía de Paquistan - los pundhabíes, cuya cabeza visible es el otro ex premier Navaz Sharif, actualmente el plan B de los americanos para sustituir al general caído en desgracia. En su haber, dos derrocamientos -en realidad dos y medio - por los militares y victoria electoral (léase transición democrática en el poder, casi insólita en Paquistan) sobre B.Bhutto; ésta, a su vez, cuenta con dos golpes de estado, y padre ahorcado por los militares.

Lo que llama la atención, es que cada vez que Sharif o la Bhutto caían, se les acusaba de los mismos pecados: corrupción galopante, prevaricación y abuso de poder en favor de sus clanes correspondientes. Naturalmente siempre auténticos y verificables.

Así, tenemos dos clanes, a cual mas guapo, que tienen abducida la vida política de Paquistan desde hace tres (¡y más!) décadas, con el permiso de los militares, claro está. A propósito, la cúpula militar es predominantemente pundhabí, pero... pasada por Sandhurst. Algo deben de darles allí, pero, en fin, solo es un matiz a considerar, por lo que se ve.

Todo esto, que tu ya sabes, te lo despliego en apoyo de mi tesis sobre los desaguisados informativos que a la postre crean confusión en la grey y que generan montones de papel basura tanto en la ida, como a la vuelta. ¿No sería saludable castigar los vuelos rasantes en la profesión? Pregunto.

Próximo capítulo de mis apuntes de jubilado: Mikhail Saakashvili, Presidente demócrata de todos los georgianos.”

17/11/07

Hipertrofia



(El orgullo del 24, de Bradshaw. A veces me siento un poco así)


(Lo que sigue, fue escrito anteanoche en la B.F.I. después de una ¿conversación? en la que intervinieron el tabernero -chino de Hong Kong que había permitido que se agotaran los tercios de Mahou: inconcebible-, la camarera -cubana relativamente anticastrista-, algún residuo de clientes habituales, uno de los cuales es ucraniano aunque de abuelos asturianos, y vuestro humilde narrador, en la que surgieron cosas tan pintorescas como que qué es mejor para clase alternativa a la religión, si el marxismo-leninismo o el confucianismo. Yo defendí el mus, que conste en mi descargo. Como he tomado la decisión de no retocar demasiado lo que escribo por las noches, el resultado es algo confuso. La conversación también fue confusa.)

Últimamente, estoy llegando a la triste conclusión de que soy un demagogo frustrado. Me debato entre la aplicación descarnada de la navaja de Ockham al estudio de mi entorno, con las fastidiosas consecuencias morales que tal acto conlleva, y la resignada aceptación de la inmutable realidad.

Así pues: el mundo que me toca vivir se rige por el pensamiento religioso. A nivel individual, por el mágico; pero, en cuanto se juntan más de dos humanos, la cosa se torna religiosa.

Al fin y al cabo, el pensamiento mágico es el paso intermedio entre el pensamiento animal y el pensamiento racional, que son los más parecidos. Por lo menos, son lógicos: tratan de conseguir un beneficio personal, probando a hacer cosas que -a lo mejor por pura casualidad- han funcionado antes. Es la base del pensamiento científico: la repetitividad del experimento.

En cambio, el pensamiento religioso excluye cualquier relación con la realidad sensible. Y mira que los antiguos nos lo decían: "nihil est in intelectu quod prius non fuerit in sensu", como constataba yo no sin trabajo en mi cada vez más lejano bachillerato.

No. El pensamiento religioso se basa en la fe. Y, por fe, podemos decir "carisma" en el sentido weberiano-vulgar del término. Es decir: creo esto, no por que me sea útil (menos aún, porque guarde cualquier tipo de relación con la realidad), sino porque lo dice el jefe.

El macho de espalda plateada es el jefe porque sabe más y es más fuerte (temporalmente) que los demás gorilas, y porque se preocupa de la supervivencia del grupo, le encuentra mejor comida, lo defiende de sus enemigos, sean éstos otros gorilas o humanos (en este caso, suele morir, el pobre), los libra de las trampas, etc. A cambio, tiene más hembras con las que practicar placentero fornicio. Aceptar como jefe al gran macho de espalda plateada es lógico: es beneficioso. Está dispuesto a enseñarte a sobrevivir y a morir por tí cuando vienen los humanos.

Nada que ver con nuestros jefes. Nuestros jefes pertenecen a otra especie, magistralmente descrita, en una de sus transiciones (de la era preindustrial a la industrial, con la crisis que eso supuso, oye) por Bram Stoker. Nuestros jefes nos vampirizan. En términos más prosáicos: nos cultivan (ni siquiera nos pastorean). A cambio, nosotros estamos dispuestos a morir por ellos. Rectius: a medida que crecemos y nos vamos haciendo mayores, estamos dispuestos a que otros mueran por ellos. Si hace falta, hasta se les paga.

Todo ello, agitando diversos y coloridos espantajos: la Patria, la Clase Obrera, Cristo Rey (esto está bastante démodé), El único Dios, que nos conferirá la dignidad de sahid, etc. etc. etc.

Un humano realista debería mirar por sus intereses de forma racional. Sus intereses suelen serle minuciosamente ocultados. Ya sea porque te entretienen con la suerte de tu equipo de fútbol (en ocasiones, de forma descarnada, como cuando resulta ser "más que un club"), la suerte de la prima del cuñado de la ex de algún ex-torero, la suerte de la Patria Que Se Rompe, Es Oprimida o Humillada (patrias, las tenemos de todas las formas, tamaños y colores) o, simplemente, aguantamos a esa estantigua que está dispuesta a sacarnos los entresijos en cuanto su querida abogada feminista encuentre una fisura por donde atacar, o aguantar a ese tipo que te pega porque su equipo ha perdido hoy o su jefe le ha deteriorado un poco más la autoestima.

Pongo un ejemplo demagógico. En mis tiempos, los marxistas hablaban de una cosa llamada "transferencia de renta de la clase trabajadora al capital". Aunque los marxistas en general y los trotskistas en particular acostumbran ser altamente minuciosos en sus definiciones taxonómicas, yo soy más tosco; así que incluiré bajo el término "curritos" a todos los que no somos muy ricos. Al menos, no lo suficientemente ricos como para ser de los que hacen lo que les da su real gana.

Ya no se da esa tranferencia, al menos físicamente, (soy tosco, lo sé) porque las nóminas las cobran directamente los bancos por nosotros (trasunto de cuando los decimonónicos mineros tenían que gastarse su escaso jornal en el economato de la empresa mientras eran debidamente silicotizados)

El banco cobra tu pasta por tí (generalmente, directamente de una empresa que le debe dinero). Además, te cobra por ello. Y también te cobra cada vez que sacas algo de las migajas que te quedan disponibles para tomarte unas cañas o comprar comida. Eso ya es estupendo. Pero, además, decide en qué te vas a gastar la pasta (reduciendo las cervezas, que son muy malas, como sus galenos/ministras del ramo-siervos se encargan de recordar a cada paso, para que no te sientas tan humillado)

Por ejemplo; en una casa. Hay que tener una casa. Sobre todo, si uno no vive en el campo, y hay que tener una casa porque los bancos tienen que concederte hipotecas. Lo malo es cuando deciden que (al fin y al cabo, tú aún estabas en condiciones de tomar demasiadas cervezas y eso es malísimo para tu salud, y genera violencia doméstica y todo tipo de tensiones) ¿por qué se van a conformar con que les pagues tu sueldo durante diez o veinte años, si te pueden tener pagándoles toda la vida? Total, tú no te vas a quejar, ya tienen a los políticos de tu elección para que les eches la culpa y te quejes en el bar. Sólo se trata de afinar, para no pasarse y que te quede para tomarte algo de vez en cuando, incluso comprar algún libro o extras de ese tipo. (Del tabaco, hablaremos en otra ocasión)

Para eso, además, es muy conveniente que tu trabajo sea lo más precario posible, porque si eres un currante de una gran empresa, que si te echan tienen que pagar pasta, o eres funcionario, o sindicalista afecto, aún vaya y pase, que puedes quejarte un poco y habrá que prejubilarte.

El resultado es que hay quien se siente orgulloso de ser español porque Su Magestad El Rey (Q.D.G.) ha puesto en su sitio a Chávez (bonapartista burgués -valga la redundancia- sui generis-, y quien se siente consternado por esa regia pérdida (aunque momentánea) de la Real Compostura.

Demagógicamente hablando, ¿eso le importa de verdad a alguien?

Lo que es a mí, no. No me afecta en absoluto. Sólo por lo de adaptarse a los usos y maneras de la gente incorrecta me hace gracia. Bueno, y por lo de los politonos, la verdad.

Conclusión demagógica: si el Gobierno pretende fomentar el alquiler de viviendas y hacer más llevadera la vida de los ciudadanos (y ciudadanas) (y de la camarada Loreta) y acordarse de la cosa esa del derecho a una vivienda digna, lo único que tendría que hacer es construir casas (lo que no afectaría a la construcción, porque las harían empresas que tendrían que endeudarse con los bancos, pero serían para el Estado, que somos todos, quien las pagaría, al fin) y alquilarlas a un precio razonable. (lo que sí afectaría a los bancos, que se quedarían sin un huevo de hipotecas) (pero, al fin y al cabo, ganan más con el arbitraje de divisas, o con jugadas como la del amigo Botín en Italia la semana pasada, que ni Sun Tzu en carne mortal, por cierto: todo ello financiado en parte con nuestros sueldos, que ellos nos administran graciosamente)

Por sorprendente que pueda parecer, esa cosa tan demagógica se hace bastante en la corrupta y populista Europa. En vez de ceder a tentaciones populistas, aquí los Gobiernos optan por colaborar con el agobiado ciudadano (no hay que llevar las cosas a puntos candentes) en la financiación de la banca. Lo que viene muy bien a la hora de que la expresada banca les financie a ellos campañas electorales que ¡por Dios! nos podían ahorrar.

Y, aquí, me callo. Porque si no existieran todas las cosas absolutamente superfluas que nos entretienen y nos dan trabajo, caeríamos en la cuenta de que somos demasiados sobre la Tierra y eso ya sí que tiene difícil solución. Sobre todo, si no tienes pasta para Mahou, lo que –gracias a Dios y a la evolución histórica de las relaciones de producción, no es aún mi caso.

12/11/07

¿Por qué no te callas? (cómo no)



El tema de la semana: la actuación del ciudadano majestuoso Borbón en la cumbre iberoamericana de Chile.

Yo pensaba que, sin entrar en profundidades, era un tema en el que todos los contertulios de la B.F.I. íbamos a estar de acuerdo, y ¡anda la leche! va y resulta que no es así.

A mí me pareció una cosa estupenda, que el rey ya se siente mayor y próximo a la jubilación y empieza a hacer esas cosas que los reyes no acostumbran a hacer, pero que –oye- es lo que nos gustaría hacer a muchos pero, como no somos reyes, no tenemos ocasión de.

Entendámonos. Como ya he comentado en más de una ocasión, el que suscribe no es especialmente monárquico, ni siquiera fervientemente monárquico. Mis ideas políticas oscilan ecuánimemente entre la Anarquía y la Monarquía De Derecho Divino. Es decir, las dos vertientes del estado de naturaleza. Me encuentro –digamos- en el filo dialéctico de la navaja de Ockham.

Me dicen que estas cosas son políticamente incorrectas. Si, si: incluso un colega (un poco ebrio, todo hay que decirlo, lo dijo así y sin asomo de coña: sorprendente, porque es votante del PP) Yo, como es sabido, no trato de ser políticamente correcto. Otro, que es ferviente seguidor de cualquiera que esté al mando del PSOE decía lo mismo, pero con el peregrino argumento de que el compañero Chávez es electo.

Casualmente, todo esto me ha pillado traduciendo pasajes escogidos del “Livre jaune français”, que recoge las comunicaciones diplomáticas del Gobierno francés previas a la segunda guerra mundial. Concretamente, este puente me he traducido los días 29 y 30 de agosto de 1939, cosa que para una mente enferma como es la mía, resulta una forma fascinante de pasar las tardes sin gastar.

Así que la coincidencia me produce una sensación inquietante. Yo soy poco partidario del uso de la violencia, sea ésta verbal, escrita o física. Lo que pasa es que no todos somos así; así que la paciencia y la contención deben ser colocadas en su contexto. No son valores absolutos. Uno puede ser indefinidamente paciente con alguien que comparte el mismo sistema de valores. Por valores –entendámonos- quiero decir “formas”. Ya no nos queda otra cosa. Cuando las formas no son respetadas por una de las partes, la que sí las respeta indefinidamente queda indefensa. Como le pasaba, vbgr, a Sir Neville Henderson frente a Mr. Hitler el 30 de agosto de 1939.

Cuando uno se enfrenta dialécticamente con un nazi, un estalinista, un franquista, un maoista, una de las diversas categorías de antisistemas actuales o –es nuestro caso- con lo que una amiga mía trotskista define como (atención) “bonapartista pequeñoburgués sui generis” (que es lo que por lo visto es Chávez en términos trotskistas) pues no puede andarse con la continencia verbal con la que polemiza con un socialdemócrata o un socialcristiano, u otra clase de categorías burguesas a secas. Así pues, si el B.P.B.S.G. se empeña en interrumpir a tu Jefe de Gobierno, tú que, al fin y al cabo estás tocado por la Gracia Divina, cosa que a los B.P.B.S.G. de este mundo les impresiona mucho digan lo que digan, pues te hartas y le mandas callar y, como puede verse, ellos, cuando les hablan en un lenguaje comprensible, van y se callan. Aunque luego, cuando pueden reaccionar -¡ay! ya demasiado tarde- buscan patéticos argumentos que ya nadie se cree, porque el daño ya les ha sido infligido.

Lo que más me gusta, a la vista de las reacciones de la prensa mundial, es que el amigo Bush debe estar dándose cabezazos en el Despacho Oval pensando “¡Mecachis... ¿cómo no lo habré hecho yo en algún momento? Shatap shatap red gorilla!”...

En resumen, que no hay nada como comportarse como dicta la naturaleza de las cosas. ¿Qué rey puede decir que sus palabras son bajadas millares de veces para ser empleadas como llamada del móvil de sus súbditos? ¿eh? Es que me descojono (con perdón)


Lo que no quita para que Chávez tuviera bastante razón en buena parte de lo que dijo sobre el golpe de estado del 2002, pero... Yo siempre he sido muy partidario de las formas. No era ni el momento, ni el lugar, ni –mucho menos- la manera: y eso de los tigres y las serpientes... ¡Por favor...!
(La foto en "Fuerzas de Defensa y Seguridad, Nov.2007)

5/11/07

Hanrajan


Para olvidarnos de la actualidad, otro de los viejos divertimentos de guerra de Pcbcarp.


Sintió algo justo a tiempo de agachar la cabeza. La bala levantó un pequeño surtidor de barro a su espalda mientras él se dejaba caer como un fardo sobre la caja de municiones donde se había encaramado; resopló ruidosamente, tomó aire con fruición y, echándose hacia atrás el casco, trató malamente de secarse el sudor con el guante, lo que se tradujo en un manchurrón fangoso.

Con infinitas precauciones, volvió a asomar la cabeza unos metros más allá; lo justo para escudriñar el terreno entre la visera del casco y el parapeto, aprovechando la hendidura entre dos sacos terreros. Nada. El herrumbroso laberinto de las alambradas, salpicado de embudos. Frente a él, un poco a la izquierda, un alemán al que habían tumbado un par de semanas antes reía cabeza abajo, enredado en el alambre de espino. Al fondo, las posiciones enemigas cubiertas de humo. De repente, otra bala se embutió, con un golpe mate, en uno de los sacos. Se arrojó al fondo de la trinchera dispuesto a quedarse allí. Dos veces es demasiada suerte, se dijo. Se acabó. Si ese maldito pájaro quiere volver, que vuelva y, si no, pues que se joda.

Mientras trataba de fundirse en la suavidad del cieno, maravilloso material que se tragaba los proyectiles como si estuviera hambriento -también- una Vickers abrió fuego justo a su derecha, desde un nido instalado en el cráter de un impacto de artillería. Probablemente habrían localizado al puto francotirador. O no, lo mismo daba. Ya estaba liada. Por más que uno lo intentase... como si hubiera oído sus pensamientos, otro tableteo -más lejano- respondió al primero: una Maxim. “Gilipollas...”, pensó sin moverse. Se sentía infinitamente cansado, y nadie le hubiera convencido de que tal vez no recibiría un tiro en la cabeza si la volvía a levantar. Dos veces es demasiada suerte, repitió para sus adentros.

Un chapoteo le advirtió de que alguien llegaba. Abrió un ojo. Dos figuras encorvadas, color barro, se afanaban penosamente hacia él, arrastrando dos cajas de munición. Como, a pesar de todo, no se movió, uno de ellos le plantó una bota entre las paletillas. Soltó una maldición y el otro dio un respingo: “¡Joder, macho!, creía que estabas muerto”. “Pues no, ¿y tu puta madre?”. Un sargento con mostacho estilo Kitchener dio la vuelta al recodo más cercano y les dio una voz relativa a que los había visto más rápidos. Cuando reparó en el bulto recostado en medio de la trinchera, se acercó: “Tú, ¿qué pasa?, ¿estás herido o qué coño haces?”. “No, mi sargento”. Se acercó otro paso. Al incorporarse Malone con notoria desgana, su guante se hizo evidente a pesar de la costra de barro. El sargento lo vio, dijo “vaya” con aire de fastidio, se estiró el chaleco de cuero e hizo señas a los otros dos de que no perdieran más el tiempo. Se volvió a Malone y le preguntó “¿qué?, ¿se os ha perdido otro pájaro?”. Por toda contestación obtuvo un encogimiento de hombros que podía interpretarse como “A ver...”

A ver... pensó mientras el fuego arreciaba. A ver qué leches va a hacer un halconero en esta mierda de trinchera. El puto olor a cordita. Al crepitar de las ametralladoras, punteado de disparos sueltos de fusil, se acababa de unir el estrépito de los lanzaminas. Los alemanes usaban unos proyectiles desconcertantes; un par de meses antes, un cabo de los Royal Welchs le había asegurado que entre la metralla de uno de ellos había una dentadura postiza. Una horrenda explosión muy cercana lo devolvió al suelo (de donde, bien mirado, nunca debiera haberse movido): los hunos acababan de borrar del mapa el embudo de su derecha, con ametralladora incluida y, a juzgar por los trozos que le caían encima, con el sargento bigotudo también. “Y mira que dicen que nunca dan dos bombas en el mismo sitio...” Bufó, muy molesto. Con este follón, Hanrajan no volvería, bueno era él... Trató de limpiar un poco el guante cetrero... y ello le recordó que, en alguna parte, había una isla que aún tenía -era de suponer- campos verdes e, incluso, árboles. Si su pobre padre lo viera... Un guante nuevecito, joder... vaya mierda. se incorporó a medias y trató de pensar cómo se iba a la segunda línea.

Para cuando pudo caminar erguido lo peor ya había pasado. Le había llevado más de tres cuartos de hora volver a un sitio civilizado, por decir algo, aplastándose cada dos por tres contra las fajinas para dejar pasar a grupos de soldados que arrastraban hacia primera línea las municiones que devoraba la batalla, si es que a eso se le podía llamar batalla, o a los camilleros que retiraban bultos gimoteantes, ya convenientemente devorados. Había llegado a perderse por completo. Suerte que en un ramal tropezó con uno de los Welchs que trastabillaba con el fusil a guisa de muleta y que tuvo a bien indicarle el camino a cambio de que le permitiera apoyarse.

La pajarera, como conocían los simples infantes al cubil de los halconeros, constituía un modelo de orden, al menos en comparación con el caos del que acababa de salir. Aunque estaban adscritos a Información del Cuerpo de Ejército, no podían quedarse muy a retaguardia, por la sencilla razón de que a las palomas mensajeras alemanas no se les había perdido nada sobre las líneas británicas. Por ello, se había aprovechado un embudo de regular tamaño situado en el lugar conveniente. El sargento Finnegan (que había servido en los Irish Rifles hasta que una mala herida aconsejó destinar su temperamento a dotar de una saludable dosis de espíritu militar a los pajareros) había insistido al principio en ponerlos a trabajar en la mejora de la posición, hasta que ellos habían sabido hacerle desistir, aprovechando su desconcierto ante las implicaciones bélicas del noble arte de la cetrería. Ante el argumento de que el ruido de los picos ponía nerviosos a los halcones y todos los que, inmediatamente, lo sustituían en caso de insistir, acabó cediendo. Por consiguiente, la Pajarera se parecía poco a los abrigos cercanos pero, eso sí, nadie hubiera podido negar que resultaba más acogedora.

Malone penetró en el ramal de acceso para sorpresa del viejo Seamus, que trataba, resignado ante la supina ignorancia del sargento, de explicar a éste los refinamientos del acicalado de las aves. Connolly, que mataba el tiempo fabricando un señuelo con los emplumados despojos de unas cuantas víctimas de sus operaciones, levantó la mirada y le saludó sorprendido de que siguiera vivo después del follón que se había organizado “ahí alante”. Junto a él descansaba plácidamente el Lewis que supuestamente constituía la principal defensa de la Pajarera. “Qué, ¿no ha vuelto?”. “A ver... iba a volver con todo ese ruido...”. Tan de súbito como había comenzado, el fuego fue remitiendo. Alguna ráfaga... Algún disparo suelto.

De pronto, el viejo Seamus dejó al sargento con la palabra en la boca y se incorporó. Levantó la cabeza sobre el parapeto e hizo visera con la mano para escudriñar el cielo. “¡Eh, Malone!, ¿no es ese?” El interpelado se puso en pie de un brinco y se colocó junto a él. Sobre ellos trazaba círculos un halcón. Malone siguió anhelante sus evoluciones. “Ahí está. Es Hanrajan... Maldito pájaro...” Connolly se acercó pausadamente con la idea de estrenar su señuelo nuevo. “Deja eso, hombre, con Hanrajan no hace falta; mira...”

Repentinamente, se hizo perceptible un bordoneo sordo que -no cabía duda- se acercaba por momentos. Se agitaron inquietos. Malone saltó sobre el parapeto para llamar al halcón. Este pareció reconocerlo desde su altura, porque los círculos comenzaron a descender. Los demás le alentaban: “Venga, bonito, ven aquí”.

.............................

El primer teniente Uli von Stupenhagel giró la cabeza en derredor para comprobar la formación de su escuadrilla. Los seis Albatros losangeados de colorines volaban armoniosamente en torno suyo. Era un bello espectáculo. No obstante, no era el tipo de misión que podía agradarle. Se palpó el Max Azul por debajo de la bufanda. Con diecisiete derribos en su haber, se consideraba un piloto de caza. Tirar unas bombas sobre el suelo no implicaba las emociones de un encuentro con el enemigo en igualdad de condiciones, un combate -al fin y al cabo- entre caballeros del aire a cuyo término (si había suerte) uno bebía a la memoria de los enemigos muertos ¡Cazas de Infantería!... Vaya despropósito. Miró hacia abajo, estudiando el trazado de las posiciones inglesas y comparándolo con el plano que llevaba sobre las rodillas. El resultado no era muy alentador y el parecido, escaso. Lothar, su segundo, le hacía señas desde su aparato; miró hacia abajo y descubrió el objetivo. Bueno, debía ser el objetivo, porque destacaba bastante. Pensó, por un momento, en la estupidez de los ingleses, que lo situaban de modo tan evidente. Armó sus ametralladoras con gesto maquinal e inició el picado.

Abajo, el sargento Finnegan reaccionó agarrando a Malone -que vociferaba al sangriento soplapollas de halcón que bajase de una sangrienta vez, mierda sangrienta- por las trinchas y arrojándolo al fondo del embudo. Apenas tuvo tiempo de gritar que se cubrieran cuando los aviones dieron la primera pasada. Las explosiones lo pegaron al suelo; cuando volvió a mirar, dos de sus hombres habían sido esparcidos en diversos pedazos alrededor. Pegó un empujón a Connolly, que estaba a su lado, gritándole en la oreja “El Lewis, coño, el Lewis”, pero no obtuvo otra reacción que ver desmoronarse un cuerpo sin cara dejando un rastro viscoso en el terraplén. Malone había vuelto a subirse al parapeto y seguía dando voces y gesticulando como un poseso en medio del polvo. Pero no pudo oírle, ensordecido por las bombas. Finnegan encontró casi a tientas el fusil ametrallador y trató de apuntar a los cazabombarderos que volvían, esta vez muy bajo. Montó el arma. Escogió uno y abrió fuego. La ráfaga quedó abortada por una interrupción. “Arma sucia”, pensó. Un último pensamiento de sargento de Infantería. Lo último que vio fue el morro del biplano que se le venía encima y a Malone que caía lleno de agujeros. Otra serie de explosiones lo mandó al reino de las citaciones a título póstumo.

El teniente von Stupenhagel dio una última pasada en solitario para comprobar los efectos del ataque. Los juzgó razonables y emprendió el regreso. Un rictus de disgusto torcía sus labios. Vaya guerra. Ni siquiera se habían defendido. Dio una ojeada: todos sus cazas volvían tal como habían salido. Eso le alegró, pero, pensándolo bien, no podía ser de otro modo. Glorioso ataque, sí señor. Recordó que en la aproximación le había parecido ver una rapaz dando vueltas, probablemente un halcón... Dichosos animales, qué bien volaban, sin importarles la guerra.

....................


Al día siguiente, el primer teniente von Stupenhagel volaba nuevamente sobre las líneas enemigas en compañía de otro aparato. Su mal humor rozaba la cólera. No sólo le enviaban a tirar bombitas contra infantes indefensos, sino que, al parecer, le enviaban a sitios equivocados. Trató de orientarse siguiendo el dédalo de trincheras allá abajo. Unos soldados estaban colocando paneles de ocultación a lo largo de una pista. Fue a consignarlo en el mapa, pero ni siquiera venía la pista. Miró en torno suyo y descubrió a cierta distancia una rapaz, probablemente un halcón. El ave parecía acompañarles y se hizo la ilusión de que era el mismo del día anterior. Lo siguió con la mirada y el animal se remontó, cada vez más cerca, hasta ocultarse ante el sol. “Como un buen piloto de caza”, pensó el aviador con cierta admiración. Volvió a atender al rumbo pero, en seguida, se dedicó a buscar al halcón. El sol le cegaba y no lo vio hasta tenerlo encima. Hubo un aleteo y unas garras aceradas que se clavaban en su rostro. Perdió el control de su aparato. Los ingleses que había por el suelo vieron un avión que caía y una explosión.


4/11/07

Estoy harto de la sentencia 65/2007

¡Bueno! Pues ya me he leído la sentencia 65/2007. Pensaba, a pesar de todo, hacer algunos jugosos comentarios; pero he cometido el error de leer lo que ha escrito hoy Luis del Pino en El Mundo.

Es que yo puedo ser admirador de Pedro J., Del Pino, Múgica y hasta del inmarcesible Jiménez Losantos, nuestro impagable talibán matutino. Pero los admiro y pongo de modelos precisamente por su habilidad intoxicatriz. Ya se sabe: lo que dijo Newton en su día de que iba a hombros de gigantes y tal (en este caso, don José Goebbels) Pero, cuando veo a uno de mis ídolos reducido a mentir heróicamente como un puñetero novato, confiado en que el porcentaje de anormales como yo que se lean la sentencia de marras será estadísticamente despreciable, pues eso, que se me quitan las ganas.

Y es que estoy harto de explicar en la B.F.I. lo de que al Egipcio no lo han declarado inocente, sino que el Tribunal, de acuerdo con los principios que rigen la civilización occidental que los yihadistas quieren destruir, como bien dice la sentencia, le aplica el principio de non bis in idem, es decir: que, aunque lo encuentra culpable de pertenecer a una organización terrorista, como nadie puede ser condenado dos veces por la misma cosa; en nuestro caso, pertenecer a una organización terrorista, porque ya lo ha hecho la justicia italiana (cuyo servicio secreto, por cierto, fue autor de la mala traducción de la grabación en que se basaba la imputación del Egipcio como inductor del bombardeo), pues no lo puede condenar. También que el tal Trashorras no es un pobre pringao esquizofrénico, sino un mafioso peligroso aunque torpe, porque ¿para qué les vende a "los moritos" la metralla además de los explosivos, con lo que incrimina eso? (¡Huy!, perdón, que la metralla la puso la Policía, se me olvidaba)

Que los principales autores cascaron en Leganés y que no los mató la Policía para que no largaran que, en realidad, habían sido ZP y Rubalcaba quienes les mandaron poner las bombas (a través de sus amigos de ETA, a quienes ya tenían planificada la venta de Navarra primero y de el resto de las Hespañas después), que la susodicha Policía no los congeló y puso ahí los cuerpos y los voló en compañía del subinspector Torronteras que habría ganado a los chinos el honor de inmolarse por la causa y que luego algún moro loco desenterrara su cadaver y lo mutilara (lo que daría más verosimilitud a la tesis islamista: Rubalcaba es que está en todo) El problema es que los cuerpos congelados carecen de capacidad de obrar suficiente para poner a parir a los geos ("mamones" los llamaron, según parece) y liarse a tiros con los subfusiles Sterling que aparecen en la foto reivindicativa del ataque. (por cierto, que ya hay que ser rebuscado para usar Sterling, con lo británico que es eso, con el cargador a un lado y demás) Y, encima, llamar a la familia para despedirse y que vaya la familia al juicio (para conseguir la reagrupación familiar post mortem, sin duda) y lo cuente, y que la corrupta Amena, facilite los datos de las llamadas al pérfido juez Del Olmo.

Bueno, lo peor, es que conozco gente que vive justo al lado y la gente, pues ya sabéis cómo es, que cuando le vuelan la casa de al lado después de un tiroteo, pues como que lo comenta y eso. (ya sé que es un argumento muy cabrón, pero qué le vamos a hacer)

O que no se les hicieran las autopsias. Mecachis... Es que las autopsias se les hacen a cuerpos. Los trozos de moro se "analizan". La sentencia es, vbgr., bastante gráfica sobre cómo se extrajo un cacho circuito impreso de un cacho cuerpo de moro semicarbonizado. Las cosas están bien trabadas: a la gente se la incrimina con varias pruebas, muchas veces la aparición de su ADN y sus huellas en distintos escenarios relacionados con el crimen, la localización a través del teléfono que coincide con las declaraciones de los testigos. Etc. es ridículo tener que andar contando estas cosas.

¡Ah, si...! Los autores intelectuales. Pues también están ahí. Parece bastante claro que "los moritos" sí que sabían hacer las cosas: tampoco es tan difícil, sobre todo si uno está acostumbrado a traficar con cientos de kilos de costo y está relacionado con grupos terroristas organizados. Por cierto, que Al Qaeda ya decía meses antes del ataque que un par de buenas masacres en España joderían a Aznar, y que Zp tenía en su programa la retirada de Irak, que (siempre Al Qaeda) es lo que quería la mayoría de los españoles. Está en internés, y ya no sólo en esas páginas yihadistas que controla la Poli y el CNI. Lo recogen suficientes informes de instituciones fiables. El que quiera, que lo busque, como hago yo.

Sé que mi posición es cómoda aunque no exenta de riesgo. Siempre he rehusado el contacto con los partidarios de que Elvis está vivo y con los del OVNI de Roswell que nos oculta el fumador. Bueno, salvo que sean chicas de bel catar y esté -como mínimo yo- parcialmente borracho. Pero creo que muchos judíos ilustrados también cometieron en los años 30 el error de menospreciar a Hitler y sus chicos por que estaban (los nazis) algo faltos de formación. Y les fue mal, como es sabido.

Me lo tengo prescrito: "no escribas en la Moleskine después del aperitivo del sábado en el Ávila" (si: tengo una Moleskine, ¿Y? ¿qué pasa? Como Jemingüei: me la regalan). Ahora estoy en el bar de las dominicanas de abajo de mi casa, compaginando la redacción de estas apresuradas notas con mi encomiable y nunca adecuadamente ponderada labor de integración en el barrio de la última hija que le quedaba a la dueña por reagrupar. En nuestro caso, una hermosa hurí de color negro con un canalillo altamente impactante, que me ha adoptado como introductor a la cultura y civilización españolas propiamente dichas. Dice que le gusta esto. A mí también, por eso vivo aquí

Pero bueno, todo lo anterior era un simple introito al tema del que yo quería hablar, que era la cosa de nuestras relaciones con Marruecos después de la nueva pirueta del intrépido candidato al Nobel Garzón y del anuncio de la Regia Visita e Ceuta y Melilla.

Pero, resulta que, la camarera del Ávila ya me ha dicho lo que pensaba y, así, pues como que la cosa ya no tiene mucho mérito.

Me pone otro botellín o quinto. Aprovecho que hay poco público porque es puente (aunque yo curré ayer, que soy un pringao) y le pregunto:

-- Zaida, hija, y tú ¿qué piensas de esto de los Reyes en Ceuta y Melilla y el embajador y tal?

Y me dice (más o menos): "normal: si el rey ese que tenemos no hace nada, la gente se cabrea, y bastante tiene con lo que hay"

Hay que decir que la muchacha, aparte de ser amable y atractiva, no lleva la cabeza cubierta más que durante sus horas de trabajo en la cocina, más que nada por la cosa de las normas de la Unión Europea sobre sanidad alimentaria. Pero, aparte de eso, es musulmana practicante y a mí siempre me da mal rollo que me traiga las lentejas con chorizo en pleno Ramadán; pero ella dice que no le importa, que el que es un infiel y va a ir al Infierno, soy yo, no ella.

Lo de la Regia Visita a Ceuta y Melilla: Pues es que Ceuta y Melilla son una incomodidad estratégica en los tiempos que corren. Pero, qué putada: son españolas. De hecho, por lo menos Ceuta de acuerdo con el imaginario popular y el Romancero, pertenecía al Reino Visigodo bastante antes de que hubiera llegado un solo árabe a esas tierras del Imperio Romano que hoy se llaman Marruecos.

Si se echaran atrás en lo de la visita, sería algo vergonzoso y, no sólo vergonzoso, sino peligrosa muestra de debilidad. En cualquier caso, el peligro existe por la mera presencia española allí (y no sólo allí: en Toledo también, y en Madrid, Frómista y Barcelona), como nos recuerdan periódicamente los amigos Bin Laden Y Al Zawahiri. Por lo menos, quedamos como unos machotes y ZP a lo mejor consigue dar un vuelco electoral en las plazas de soberanía, al ser el primer Presidente de Goberno que las visita desde Suárez y promotor de la primera Regia Visita)

Pero al Real Sobrino lo han puesto en un brete, porque, no sólo él, sino los partidos legales y los islamistas de diverso signo y, especialmente, los yihadistas neosalafistas globales que van por Marruecos disfrazados de pashtunes en vez de llevar una chilaba como Dios manda, (los de Casablanca y el 11-M) le van a apretar mucho.

Lo bueno que tienen los afgansi marroquíes es que consideran infieles -no ya al Rey, a los políticos y a las marroquíes que toman el sol en la playa de Río Martil- sino a los propios islamistas autóctonos, que son más bien Malekitas en lugar de Wahabitas, como esos a los que el anciano profesor les vendió por una pela el solar de la M-30 donde se yergue majestuosa la primera mezquita madrileña, bueno: que a todos juntos los consideran como putos kafires, casi como a nosotros, y se dedican a la quema de morabitos; cosa ésta que genera mucha desunión y, como los marroquíes, serán moros, pero no dejan de ser gente normal, pues no les hace ni puñetera gracia.

Lo malo es que lo de Ceuta y Melilla es casi lo único en que todos están de acuerdo. Mala cosa. Con lo bien que se lo están pasando las constructoras españolas traspasando la burbuja a la costa marroquí.

1/11/07

Sentencia 65/2007

Ricardo en "El Mundo" de hoy.


Como sigo con mi propósito de no hablar de temas de actualidad por una temporada, sólo diré que la sentencia enterita la podéis encontrar en la página web del Consejo General del Poder Judicial (desconfíe de las imitaciones)
5. Resumen facilitado por el propio Tribunal (sin fallo) (Esto es lo que le han hecho leer a un becario por periódico /emisora de radio para que le haga un resumen del resumen a los listos que están diciendo cosas hoy)