Bien. Ya he vuelto de las vacaciones. Y todo para encontrarme a los colgados que rigen nuestros destinos amenazando a la madre Rusia con el aislamiento internacional. Para lo que sigue, he recibido la pertinente ayudita de Piolet. No es un informe trabajado y seguro que él tiene mucho que corregirme, pero es que si nos ponemos, se nos pasa el arroz. Seguro que completa y mejora este texto con sus sabios comentarios.
Tocaré dos puntos:
a) La invasión georgiana de Osetia del Sur, con el consiguiente intento de limpieza étnica y la ¿en exceso? contundente respuesta rusa. Obviamente, teniendo en cuenta que al tal Saakashvili, no lo han estado armando hasta los dientes Estados Unidos, Israel y Ucrania para que controlase las actividades de Al Qaeda y otras mafias en el desfiladero del Pankisi, no nos vamos a creer que se metió en su aventura veraniega para provocar la situación actual sin el visto bueno, como mínimo, de Condi Rice. (más o menos, como el capullo de Saddam Hussein en el 90) otra cosa, es que, al igual que al anterior, se le fuese la mano más de lo que sus mentores esperaban, que el podercillo es lo que tiene.
b) La impenetrable estulticia de los gobernantes de Occidente: cuando estos días oigo hablar de que Rusia se va a quedar aislada internacionalmente, me parece asistir a una fiesta de la antigua Bizancio, con sus Logotetas, sus Megaduques y sus Protonotarios, amenazando con fulminar algún anatema imperial contra el Turco. Estos señores siguen pensando en unos términos coloniales, como mínimo, obsoletos. A China, a India (junto con Rusia, casi la mitad de la población mundial) les sudan las narices lo que diga Estados Unidos y la Unión Europea. Si les unimos Irán, buena parte del Asia central, buena parte del resto de Asia y algunos sudamericanos díscolos, no sé yo quién está en condiciones de aislar a quién. Pues ahora voy y no te compro gas, hala. En realidad, todos somos demasiado interdependientes; aunque nunca se sabe: una nefasta conjunción de locos repartidos por los puestos adecuados puede hacer milagros, como sabemos.
El otro día, en un bar, cuando acababa de empezar el lío, un parroquiano intentaba explicar el caso a la moza que trataba de impresionar:
"Es como si el País Vasco se declarara independiente, y Francia les diera pasaporte francés a los vascos"
Yo repuse:
"Discrepo: es como si el País Vasco se hubiera declarado independiente, y Álava quisiera seguir siendo española".
Así, a lo bruto. En realidad, todo es más simple: si dijéramos: nosotros podemos hacer lo que nos de la gana –si podemos- porque somos nosotros y defendemos nuestros intereses. Nuestros enemigos no pueden hacer nada, porque va en contra de nuestros intereses. Obviamente, habrá que pensar que los demás piensen lo mismo y... pues que gane el mejor. Pero, claro, hay que convencer a los súbditos de que es que nosotros somos buenos y los demás, malos. Bueno.
Porque la cosa empezó en el año 91, después de aquel golpe de Estado frustrado por el Ejército Soviético; cuando el general jefe de la División Tamánskaya, no sólo se negó a disparar contra la gente, sino que exigió las órdenes por escrito y, cuando se las dieron por escrito, pidió un dictamen del Tribunal Constitucional de la URSS, lo que permitió al amigo Yeltsin encaramarse a un tanque de dicha división y echar el mitin. Igual actitud tuvo el Viceministro de Defensa y jefe de la Fuerza Aérea, Mariscal Shaposhnikov, que se negó a sobrevolar Moscú para intimidar ( y bombardear, llegado el caso)
Gorbachov se fue al peo, entre otras cosas, por la debilidad mostrada durante el golpe. Sus imágenes bajando del avión y su actuación posterior, totalmente desbordado, lo incapacitaban como líder de la Unión Soviética. Las imágenes de Yeltsin increpándole en la tele mientras decidía ilegalizar el Partido Comunista de Rusia fueron definitivas. Después, inmediatamente después, vino el desmembramiento de la Unión Soviética (que era lo mismo que el Imperio Ruso) decidiendo que las Repúblicas Socialistas Soviéticas serían en lo sucesivo estados independientes.
Todo entre unos cuantos aparatchiniki a quienes nadie había elegido y sin que mediara ninguna clase de consulta popular que le diera una apariencia de legitimidad al proceso.
Todo muy aplaudido por la así llamada Comunidad Internacional, u Occidente, compuesta -como sabemos- por una serie de multimillonarios a sueldo del mejor postor que controlan los medios de comunicación que fabrican esa cosa llamada opinión pública en las así llamadas democracias (de mercado).
A partir de ahí, ese dipsómano tan chisposo, se dedicó a regalar a sus colegas trapisondistas (con pasaporte israelí varios de los más representativos) la propiedad del pueblo ruso y a colocar democráticamente a los colegas no tan ricos en puestos de gobierno. Cuando el Parlamento ruso -no un modelo de representatividad democrática, cierto es- intentó abrir la boca, el chisposo dipsómano que había traído la Democracia a Rusia, lo disolvió a cañonazos ante el aplauso unánime de la Comunidad Internacional. 1993.
Nadie protestó, ni a ningún escritor de cartas al dominical de El País se le ocurrió quejarse de que un Demócrata-amigo-de-Occidente disolviera Parlamentos por el sencillo expediente del bombardeo. De hecho, desde hace unos años, aquella época se presenta en los medios occidentales como una especie de Arcadia feliz y democrática. Es lógico: Rusia no pintaba una mierda y los rusos pasaban hambre. Habíamos ganado y todo estaba bien.
Tras unos años en ese plan, la época dorada de los oligarcas, la cosa llegó a su culminación en 1998, cuando el saqueo de Rusia llegó al extremo con la quiebra del sistema bancario y la puñetera ruina de la mayor parte de la población.
Lamentablemente, una serie de errores de cálculo, llevaron al poder a Putin. Desde entonces, las cosas han cambiado. y, ahora resulta que Rusia no es ese gracioso asilo de indigentes cuyas riquezas naturales podían ser saqueadas gratis, como si fuera el Congo. Por consiguiente, Putin ha acabado con la democracia (?) en Rusia y es un tipo altamente chungo, que mete en la cárcel a honrados empresarios que no se han exiliado en Israel o en Londres y asesina periodistas amantes de la libertad.
¿Y Georgia?
Kartli-Kakhetio, uno de los microrreinos que componían lo que hoy llamamos Georgia, pidió la protección de Rusia allá por el último tercio del siglo XVIII frente a la expansión persa y entro en el Imperio ruso en 1801. Posteriormente, en guerras contra los imperios persa y turco, se incorporaron a Rusia los demás reinos, (Imeretia, Megrelia y Svanetia). Las minimonarquías locales fueron abolidas y la región fue gobernada hasta 1917 por un General-Gubernator ruso.
Desde entonces hasta la llegada del dipsómano feliz, fue parte del Imperio ruso y luego de la Unión Soviética, a la que daría ese gran hombre del bigote al que la propaganda capitalista le ha endilgado las masacres perpetradas por los ejércitos occidentales (japos incluidos) y los genocidios de Trotski en los años 20. Tener un malo oficial es algo muy saludable para que la gente sepa qué debe opinar.
Cuando el dipsómano feliz se hizo con el poder y se encargó de desmembrar la Unión Soviética, según las fronteras de las Repúblicas Socialistas Soviéticas que la componían, Georgia fue una dellas. Zviad Gamsajurdia, un literato nacionalista amargado (variedad de disidente), que había pasado dos años en cárceles soviéticasde 1977 a 1979, y después un ostracismo absoluto hasta la Perestroika, fue elegido en 1990 Presidente del Soviet Supremo de Georgia y después, en 1991, su primer presidente. Tal vez su trayectoria explique su furia destructiva contra un sistema y una sociedad por los que se sentía maltratado. En seguida tuvo que bregar con la insurrección de los osetios del sur y los abjasios, muy cabreados por el hecho de que se les liquidara su estatus de Región Autónoma (eran una mierda de cultura y además llenas de rusos, por lo que no tenían derecho a ser verdaderos georgianos y ni siquiera a tener universidad, como hasta entonces)
Un golpe de Estado sangriento en 1992, seguido de la correspondiente guerra "civil" hasta 1993, en que Gamsajurdia supuestamente se suicidó en una remota aldea montañesa (es curioso cómo trata este tema la wikipedia). Se llegó a una especie de acuerdo con tropas rusas incluidas como garantes de cierta paz en la zona. Shevernadze, antiguo ministro de exteriores de Gorbachov fue puesto de presidente.
Shevernadze, antiguo jefe del KGB y Ministro del Interior de Georgia en 1972, fue cooptado al Politburó por Gorbachov y nombrado, como es sabido, ministro de Asuntos Exteriores. Muy amado de Occidente y con fama de civilizado que incluso yo me había credo, aún tiene una causa abierta en la Duma por haber firmado un acuerdo de delimitación de fronteras marítimas con los estados Unidos en el que Rusia perdió una barbaridad de kilómetros cuadrados en el Pacífico. Cuando la cosa se puso fea, acusó a Gorbachov de encaminarse a la dictadura (¿les suena?) y abandonó el barco.
Una vez presidente de Georgia, se deshizo de los golpistas que lo nombraron (Kitovani y Yoseliani) y, gracias a su “prestigio internacional”, logro la entrada en la ONU, se comporto de forma moderadamente antirrusa, pero sin ir mas lejos. Mientras tanto, la familia y allegados se dedicaron a la habitual tarea de forrarse a costa del Estado.
Finalmente, hubo una cosa espontánea llamada "Revolución de las rosas" y en 2005, los americanos dieron un empujoncito como presidente a un pijo acomodado, graduado de la Escuela Diplomática de Kiev en tiempos soviéticos, postgrado en Derechos Humanos (manda cojones) por Estrasburgo, becado en Columbia y empleado de un rico bufete norteamericano como experto en Rusia, es decir, en representar a mafiosos rusos. Volvió a Georgia después de 1995, desempeñando varios cargos políticos, en 2001 fundó su propio partido, fue elegido jefe de la Asamblea de Tbilisi en 2.002 y... Curiosamente, Zúrab Zhvania, que fue jefe del partido pro-Shevernadze y del Parlamento en los 90, que fue quien trajo a Shaakashvili de América en el 95, falleció en extrañas circunstancias el año pasado. Nunca faltan malas lenguas que acusan al poder de su desaparición, por aspiraciones al mismo.
El tal Saakashvili. Durante los últimos tres años, se ha dedicado a gastar buena parte de la ayuda internacional en comprar armas a Estados Unidos, Israel y Ucrania. Aunque no toda: gracias a la ayuda exterior y a las remesas de los emigrantes georgianos huidos a Rusia en la época dorada de Shevernazde, el país levantaba cabeza poco a poco. Por cierto, esos emigrantes sí que son cientos de miles, pero, casualmente, se fueron a Rusia, donde la cosa iba mejor. Es extraño que haya habido – según nos cuentan ahora los sesudos analistas al uso- una limpieza étnica a cargo de los rusos, y que los limpiados se vayan al territorio del limpiador. En todo caso, habría sido un caso único. Misterios del alma caucásica.
Tanto Georgia como los territorios escapados a su control son tierra de mafias varias. Lógico. Siempre viene bien tener un sitio sin ley. Véase Kosovo, independizado para que los estadounidenses tengan en plena Europa una base extraterritorial cuyo no-Gobierno controlan ellos y sin tener que responder ante nadie.
Georgia es importante por tres cosas:
a) Primera y principal: es el paso obligado de los oleoductos y gasoductos que traen a Europa los combustibles de Asia Central sin pasar por Rusia.
b) Relacionado con lo anterior: era necesaria para que los americanos pudieran seguir aprovisionando a Al Qaeda en Chechenia y mantener un absceso en el culo del oso ruso.
c) Sirve para debilitar a Europa, el principal competidor de las multinacionales que controlan Estados Unidos. A base de apoyar en los gobiernos europeos a gente como Aznar, Berlusconi o Sarkozy (los Gobiernos de Su Graciosa Majestad, se dan por supuestos) y de presionar para incluir a toda prisa en la UE a sitios donde se debate en el Parlamento el nombramiento de Jesucristo como Rey del país, cuyo paradigma han sido los gnomos clónicos polacos, se consigue que nunca haya un número de teléfono al que llamar y que Europa siga sin contar para nada, difuminando su personalidad hacia regiones remotas y -de paso- teniendo un presupuesto permanentemente dedicado a financiar nuevas adquisiciones de inmaculada e incorrupta trayectoria cuyas mafias pueden beneficiarse del mercado único.
Precisamente, todo el asunto georgiano ha venido estupendamente para aprobar de golpe lo del escudo anti inexistentes misiles iraníes y norcoreanos, cuya finalidad más importante, aparte de financiar la industria armamentística norteamericana con cargo al contribuyente, sigue siendo mantener Europa convenientemente dividida y dejar claro a quién obedecen determinados miembros de la Unión. Tarde o temprano, nos tendremos que enterar de esto.