28/6/12

Los españoles tenemos los huevos de adorno.

Eso decía una entrada que vi ayer en Kaosenlared. Me diréis que no es una fuente fiable, que son radicales antisistema y todas esas cosas, pero, bueno, hela aquí:

 

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Español contemporáneo tapándose esos huevos que tiene de adorno

 

Me sorprendió el uso de una expresión tan trufada de incorrección política y llamamiento a los impulsos más primarios de la raza, que no es habitual que los radicales antisistema escriban cosas normales, sin arrobas, ni x. Sólo eso ya es de agradecer y, oye, si de paso consiguen que los entes unidireccionales dejen de leer, se aparten y dejen de joder, mejor que mejor.

Iba a extenderme sobre esto de los huevos, pero como ya ha habido quien ha escrito sobre todas estas cosas del poder, la corrupción, la sumisión y el levantarse en armas contra ellos, me he dicho: vamos a matar dos pájaros de un tiro. Postio histórico-actual. Como ejemplo, la carta que Lope de Aguirre le envió a Su Magestad Catholica Felipe II, para romper el pacto de vasallaje. Vale, Lope de Aguirre era una bestia parda, pero, ¿qué era Felipe II? Era el hijo de un guiri que se trajeron aquí unos ricos, siendo un niñato, para usurpar el poder dando un golpe de Estado a la reina legítima, Doña Juana. Y, al igual que su padre, dedicó su reinado a saquear Castilla para pagar ese vicio tan caro que tenía de hacer guerras por ahí.

 

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Lope de Aguirre y unos españoles, de los de antes,  echándole huevos

 

Rey Felipe, natural español, hijo de Carlos, invencible: Lope de Aguirre, tu mínimo vasallo, cristiano viejo, de medianos padres hijodalgo, natural vascongado, en el reino de España, en la villa de Oñate vecino, en mi mocedad pasé el mar Océano a las partes del Perú, por valer más con la lanza en la mano, y por cumplir con la deuda que debe todo hombre de bien; y así, en veinte y cuatro años, te he hecho muchos servicios en el Perú, en conquistas de indios, y en poblar pueblos en tu servicio, especialmente en batallas y reencuentros que ha habido en tu nombre, siempre conforme a mis fuerzas y posibilidad, sin importunar a tus oficiales por paga como parecerá por tus reales libros.

Bien creo, excelentísimo Rey y Señor, aunque para mí y mis compañeros no has sido tal, sino cruel e ingrato a tan buenos servicios como has recibido de nosotros aunque también bien creo que te deben engañar, los que te escriben desta tierra, como están lejos. Avísote, Rey español, adonde cumple haya toda justicia y rectitud, para tan buenos vasallos como en estas tierras tienes, aunque yo, por no poder sufrir más las crueldades que usan estos tus oidores, Visorey y gobernadores, he salido de hecho con mis compañeros, cuyos nombres después te diré, de tu obediencia, y desnaturalizándonos de nuestras tierras, que es España, y hacerte en estas partes la más cruda guerra que nuestras fuerzas puedan sustentar y sufrir; y esto, cree, Rey y Señor, nos ha hecho hacer el no poder sufrir los grandes pechos, premios y castigos injustos que nos dan estos tus ministros que, por remediar a sus hijos y criados, nos han usurpado y robado nuestra fama, vida y honra, que es lástima, ¡oh Rey! y el mal tratamiento que se nos ha hecho. Y ansí, yo, manco de mi pierna derecha, de dos arcabuzazos que me dieron en el valle de Chuquinga, con el mariscal Alonso de Alvarado, siguiendo tu voz y apellidándola contra Francisco Hernández Girón, rebelde a tu servicio, como yo y mis compañeros al presente somos y seremos hasta la muerte, porque ya de hecho hemos alcanzado en este reino cuán cruel eres, y quebrantador de fe y palabra; y así tenemos en esta tierra tus perdones por de menos crédito que los libros de Martín Lutero. Pues tu Virrey, marqués de Cañete, malo, lujurioso, ambicioso tirano, ahorcó a Martín de Robles, hombre señalado en tu servicio, y al bravoso Thomás Vázquez, conquistador del Perú, y al triste Alonso Díaz, que trabajó más en el descubrimiento deste reino que los exploradores de Moysen en el desierto; y a Piedrahita, que rompió muchas batallas en tu servicio, y aún en Lucara, ellos te dieron la victoria, porque si no se pasaran, hoy fuera Francisco Hernández rey del Perú. Y no tengas en mucho al servicio que tus oidores te escriben haberte hecho, porque es muy gran fábula si llaman servicio haberte gastado ochocientos mil pesos de tu Real caja para sus vicios y maldades. Castígalos como a malos, que de cierto lo son.

Mira, mira, Rey español, que no seas cruel a tus vasallos, ni ingrato, pues estando tu padre y tú en los reinos de Castilla, sin ninguna zozobra, te han dado tus vasallos, a costa de su sangre y hacienda, tantos reinos y señoríos como en estas partes tienes. Y mira, Rey y señor, que no puedes llevar con título de Rey justo ningún interés destas partes donde no aventuraste nada, sin que primero los que en ello han trabajado sean gratificados.

Por cierto lo tengo que van pocos reyes al infierno, porque sois pocos; que si muchos fuésedes; ninguno podría ir al cielo, porque creo allá seríades peores que Lucifer, según tenéis sed y hambre y ambición de hartaros de sangre humana; mas no me maravillo ni hago caso de vosotros, pues os llamáis siempre menores de edad, y todo hombre inocente es loco; y vuestro gobierno es aire. Y, cierto, a Dios hago solemnemente voto, yo y mis docientos arcabuceros marañones, conquistadores, hijosdalgo, de no te dejar ministro tuyo a vida, porque yo sé hasta dónde alcanza tu clemencia; el día de hoy nos hallamos los más bien aventurados de los nacidos, por estar como estamos en estas partes de Indias, teniendo la fe y mandamientos de Dios enteros, y sin corrupción, como cristianos; manteniendo todo lo que manda la Santa Madre Iglesia de Roma; y pretendemos, aunque pecadores en la vida, rescibir martirio por los mandamientos de Dios.

A la salida que hicimos del río de las Amazonas, que se llama el Marañón, vi en una isla poblada de cristianos, que tiene por nombre la Margarita, unas relaciones que venían de España, de la gran cisma de luteranos que hay en ella, que nos pusieron temor y espanto, pues aquí en nuestra compañía, hubo un alemán, por nombre Monteverde, y lo hice hacer pedazos. Los hados darán la paga a los cuerpos, pero donde nosotros estuviéremos, cree, excelente Príncipe, que cumple que todos vivan muy perfectamente la fe de Cristo.

Especialmente es tan grande la disolución de los frailes en estas partes, que, cierto, conviene que venga sobre ellos tu ira y castigo, porque ya no hay ninguno que presuma de menos que de Gobernador. Mira, mira, Rey, no les creas lo que te dijeren, pues las lágrimas que allá echan delante de tu Real persona, es para venir acá a mandar. Si quieres saber la vida que por acá tienen, es entender en mercaderías, procurar y adquirir bienes temporales, vender los Sacramentos de la Iglesia por precio; enemigos de pobres, incaritativos, ambiciosos, glotones y soberbios; de manera que, por mínimo que sea un fraile pretende mandar y gobernar todas estas tierras. Pon remedio, Rey y Señor, porque destas cosas y malos exemplos, no está imprimida ni fijada la fe en los naturales; y, más te digo, que si esta disolución de los frailes no se quita de aquí no faltarán escándalos.

Aunque yo y mis compañeros, por la gran razón que tenemos, nos hayamos determinado de morir, desto y otras cosas pasadas, singular Rey, tu has sido causa, por no te doler del trabajo destos vasallos, y no mirar lo mucho que les debes; que si tú no miras por ellos, y te descuidas con estos tus oidores, nunca se acertará en el gobierno. Por cierto, no hay para qué presentar testigos, más de avisarte cómo éstos, tus oidores, tienen cada año cuatro mil pesos de salario y ocho mil de costa, y al cabo de tres años tienen cada uno sesenta mil pesos  ahorrados, y heredamientos y posesiones; y con todo esto, si se contentasen con servirlos como a hombres, medio mal y trabajo sería el nuestro; mas, por nuestros pecados, quieren que do quiera que los topemos, nos hinquemos de rodillas y los adoremos como a Nabucodonosor; cosa, cierto, insufrible. Y yo, como hombre que estoy lastimado y manco de mis miembros en tu servicio, y mis compañeros viejos y cansados en lo mismo, nunca te he de dejar de avisar, que no fíes en estos letrados tu Real conciencia que no cumple a tu Real servicio descuidarte con estos, que se les va todo el tiempo en casar hijos e hijas, y no entienden en otra cosa, y su refrán entre ellos y muy común es: “A tuerto y a derecho, nuestra casa hasta el techo.”

Pues los frailes, a ningún indio pobre quieren absolver y predicar; y están aposentados en los mejores repartimientos del Perú, y la vida que tienen es áspera y peligrosa, porque cada uno dellos tiene por penitencia en sus cocinas una docena de mozas, y no muy viejas, y otros tantos muchachos que les vayan a pescar: pues a matar perdices y a traer fruta, todo el repartimiento tiene que hacer con ellos; que, en fe de cristianos, te juro, Rey y Señor, que si no pones remedio en las maldades desta tierra que te ha de venir azote del cielo; y esto dígolo por avisarte de la verdad, aunque yo y mis compañeros no queremos ni esperamos de ti misericordia.

¡Ay, ay!, qué lástima tan grande que, César y Emperador, tu padre conquistase con la fuerza de España la superbia Germania, y gastase tanta moneda, llevada destas Indias, descubiertas por nosotros, que no te duelas de nuestra vejez y cansancio, siquiera para matarnos la hambre un día. Sabes que vemos en estas partes, excelente Rey y Señor, que conquistaste a Alemania con armas, y Alemania ha conquistado a España con vicios, de que, cierto, nos hallamos acá más contentos con maíz y agua, sólo por estar apartados de tan mala ironía, que los que en ella han caído pueden estar con sus regalos. Anden las guerras por donde anduvieron, pues para los hombres se hicieron; mas en ningún tiempo, ni por adversidad que nos venga, no dejaremos de ser sujetos y obedientes a los preceptos de la Santa Madre Iglesia romana.

No podemos creer, excelente Rey y Señor, que tú seas tan cruel para tan buenos vasallos como en estas partes tienes; sino que tus malos oidores y ministros lo deben de hacer sin tu consentimiento. Dígolo, excelente Rey y Señor, porque en la Ciudad de los reyes, dos leguas della junto a la mar se descubrió una laguna donde se cría algún pescado, que Dios lo permitió que fuese así; y estos tus malos oidores y oficiales de tu Real patrimonio, por aprovecharse del pescado, como lo hacen, para sus regalos y vicios, la arriendan en tu nombre, dándonos a entender, como si fuésemos inhábiles, que es por tu voluntad. Si ello es así, déjanos Señor, pescar algún pescado siquiera, pues que trabajamos en descubrirlo; porque el Rey de Castilla no tiene necesidad de cuatrocientos pesos, que es la cantidad por que se arrienda. Y pues, esclarecido Rey, no pedimos mercedes en Córdoba, ni en Valladolid, ni en toda España, que es tu patrimonio, duélete, Señor, de alimentar a los pobres cansados en los frutos y réditos desta tierra, y mira, Rey y Señor, que hay Dios para todos, igual justicia, premio, paraíso e infierno.

En el año de cincuenta y nueve dio el Marqués de Cañete la jornada del río del Amazonas a Pedro de Orsúa, navarro, y por decir verdad, francés; y tardó en hacer navíos hasta el año sesenta, en la provincia de los Motilones, que es el término del Perú; y porque los indios andan rapados a navaja, se llaman Motilones: aunque estos navíos, por ser la tierra donde se hicieron lluviosa, al tiempo de echarlos al agua se nos quebraron los más dellos, y hicimos balsas, y dejamos los caballos y haciendas, y nos echamos en el río abajo, con harto riesgo de nuestras personas; y luego topamos los más poderosísimos ríos del Perú, de manera que nos vimos en Golfo-duce, caminamos de prima faz trecientas leguas, desde el embarcadero donde nos embarcamos la primera vez.

Fue este Gobernador tan perverso, ambicioso y miserable, que no lo pudimos sufrir; y así, por ser imposible relatar sus maldades, y por tenerme por parte en mi caso, como me ternás, excelente Rey y Señor, no diré cosa más de que le matamos; muerte, por cierto, bien breve. Y luego a un mancebo, caballero de Sevilla, que se llamaba D. Fernando de Guzmán, lo alzamos por nuestro Rey y lo juramos por tal, como tu Real persona verá por las firmas de todos los que en ello nos hallamos, que quedan en la isla Margarita en estas Indias; y a mi me nombraron por su Maese de campo; y porque no consentí sus insultos y maldades, me quisieron matar, y yo maté al nuevo Rey y al Capitán de su guardia, y Teniente general, y a cuatro capitanes, y a su mayordomo, y a un su capellán, clérigo de misa, y a una mujer, de la liga contra mí, y un Comendador de Rodas, y a un Almirante y dos alférez, y otros cinco o seis aliados suyos, y con intención de llevar la guerra adelante y morir en ella, por las muchas crueldades que tus ministros usan con nosotros; y nombré de nuevo capitanes y Sargento mayor, y me quisieron matar, y yo los ahorqué a todos. Y caminando nuestra derrota, pasando todas estas muertes y malas venturas en este río Marañón, tardamos hasta la boca del y hasta la mar, más de diez meses y medio: caminamos cien jornadas justas: anduvimos mil y quinientas leguas. Es río grande y temeroso: tiene de boca ochenta leguas de agua dulce, y no como dicen: por muchos brazos tiene grandes bajos, y ochocientas leguas de desierto, sin género de poblado, como tu Majestad lo verá por una relación que hemos hecho, bien verdadera. En la derrota que corrimos, tiene seis mil islas. ¡Sabe Dios cómo nos escapamos deste lago tan temeroso! Avísote, Rey y Señor, no proveas ni consientas que se haga alguna armada para este río tan mal afortunado, porque en fe de cristiano te juro, Rey y Señor, que si vinieren cien mil hombres, ninguno escape, porque la relación es falsa, y no hay en el río otra cosa, que desesperar, especialmente para los chapetones de España.

Los capitanes y oficiales que al presente llevo, y prometen morir en esta demanda, como hombres lastimados, son: Juan Gerónimo de Espíndola, ginovés, capitán de infantería, los dos andaluces; capitán de a caballo Diego Tirado, andaluz, que tus oidores, Rey y Señor, le quitaron con grave agravio indios que había ganado con su lanza; capitán de mi guardia Roberto de Coca, y a su alférez Nuño Hernández, valenciano; Juan López de Ayala, de Cuenca, nuestro pagador; alférez general Blas Gutiérrez, conquistador de veinte y siete años, alférez, natural de Sevilla; Custodio Hernández, alférez, portugués; Diego de Torres, alférez, navarro; sargento Pedro Rodríguez Viso, Diego de Figueroa, Cristóbal de Rivas, conquistador; Pedro de Rojas, andaluz; Juan de Salcedo, alférez de a caballo; Bartolomé Sánchez-Paniagua, nuestro barrachel; Diego Sánchez Bilbao, nuestro pagador. Y otros muchos hijos-dalgo desta liga, ruegan a Dios, Nuestro Señor, te aumente siempre en bien y crece en prosperidad contra el turco y franceses, y todos los demás que en estas partes te quisieren hacer guerra; y en estas nos dé Dios gracia que podamos alcanzar con nuestras armas el precio que se nos debe, pues nos han negado lo que en derecho se nos debía. Hijo de fieles vasallos en tierra vascongada, y rebelde hasta la muerte por tu ingratitud.

Lope de Aguirre, el Peregrino.



19/6/12

HIPERCOR 19/06/1987. Amonal, extrañas decisiones y 21 muertes.

“Estábamos tan tranquilos comiendo en el restaurante, cuando vimos a una pareja de policías nacionales husmeando por las papeleras; yo me mosqueé bastante, la verdad, y le dije a mi mujer: ‘Nena, vámonos que aquí deben haber puesto una bomba’. ‘Anda ya’, me contestó ella. ‘Tú crees que si hubieran puesto una bomba no lo iban a decir por los altavoces.’ Pensé que tenía razón y, más serenos, seguimos comiendo. Hasta que escuchamos la explosión, y luego las carreras, y todo que se venía abajo. De golpe me vi mirando el techo de la ambulancia, camino de este hospital. Y sin saber nada de ella.” La Vanguardia, 20/06/1987, pág. 18.

 

“Son las diez y media de la noche. Jordi Pujol sale del despacho del director del Hospital del Valle de Hebrón, centro en el que están ingresados varios heridos, tras haber mantenido una conversación telefónica con José Barrionuevo. Uno de los familiares de las víctimas le pregunta por qué la Policía no desalojó el centro comercial. Pujol se exalta: ‘No es verdad; no puedo creer que el ministro me haya engañado. La Policía no sabía nada.’

Ante la insistencia de los familiares Pujol dice: ‘Miren. Se lanza una noticia y circula, pero ¿puede alguien creer que la Policía, que se desvive ayudándonos, supiera algo y no hiciera nada? El ministro, el gobernador civil y la propia Policía me lo han asegurado. Estoy convencido de que no me engañan’.” ABC, 20/06/1987, pág. 16. 

 

“Alrededor de las tres y veinticinco de la tarde, una voz de hombre que decía hablar en nombre de ETA anunció a la Redacción del diario “Avui” que entre las cuatro menos cuarto y las cuatro haría explosión una bomba en el centro comercial Hipercor de la avenida Meridiana. Desde el citado periódico se dio aviso a la Policía. El comunicante anónimo afirmó haber avisado también a la dirección de la empresa de la colocación del artefacto. Los directivos del centro negaron, sin embargo, que hubieran recibido cualquier tipo de aviso sobre el atentado.

Media hora después de la llamada, algunos de los clientes que se encontraban en el primer sótano del establecimiento, dedicado a alimentación, observaron, según declararían más tarde, cómo algunos guardias jurados se movilizaban precipitadamente por la zona. Estos testigos no supieron especificar si se trataba de la vigilancia habitual del hipermercado.” ABC, 20/06/ 1987, pág. 13.

 

“Roberto Guirado, apoderado y asesor jurídico de Hipercor, aseguró ayer que los técnicos del cuerpo de bomberos de Barcelona no habían encontrado ninguna deficiencia en el sistema de seguridad del inmueble de la avenida de la Meridiana cuando efectuaron la revisión del edificio, por lo que no habían exigido ninguna medida complementaria. Según Guirado, los tres sótanos del inmueble (el primero convertido en un supermercado de alimentación, y los dos inferiores dedicados a aparcamiento tanto para los clientes  del centro como para los inquilinos de las restantes plantas del edificio, con un area total de 7.000 metros cuadrados y capacidad para 250 coches) están comunicados entre sí por seis u ocho escaleras de emergencia –en los momentos de tensión no pudo precisar de memoria el número exacto-, que desembocan en la planta baja, donde hay un total de 10 salidas a la calle.

El apoderado de Hipercor destacó el funcionamiento de las medidas de seguridad del establecimiento desde que la compañía lo abrió al público, en junio de 1986. Según los testimonios de quienes efectuaron las tareas de rescate, respecto al plan teórico que existe para casos de accidente lo único que falló ayer fueron las luces de emergencia, pues debían encenderse automáticamente al producirse el apagón.

 

“Las primeras noticias son confusas. Se habla de un incendio, de una explosión. Se avisa a los bomberos, a la Guardia Urbana, a la Policía, a la Cruz Roja. Es ahí, en un almacén. No, no, es en un sótano.

Sí, efectivamente, de la primera planta del aparcamiento público de la avenida Meridiana, situado debajo del establecimiento comercial Hipercor, que tiene una salida al establecimiento, aunque su principal utilización es pública, sale una espesa humareda que hace casi imposible la acción de los bomberos.

La Policía acordona el recinto. Se producen crisis de nervios. Padres buscando a sus hijos, hijos buscando a sus padres. Y el cordón policial, y el humo, y los gritos desgarradores.

El centro comercial Hipercor, un viernes por la tarde, estaba lleno de compradores y de vendedores, que ayer se convirtieron en víctimas inocentes de la locura terrorista.

Según una mujer que acudía a comprar a Hipercor, a la entrada observó un inusual despliegue policial que provocó su inquietud. Al preguntar a uno de los policías si ocurría algo, éste la tranquilizó diciendo que no era nada importante y que podía entrar en el establecimiento. La testigo se lamentó de que, en este caso, la Policía no hubiera tomado las medidas necesarias y, sobre todo, que se permitiera a la gente seguir entrando en el local.” ABC, 20/06/1987, pág. 17.

 

El atentado se produjo sobre las 16.12 horas de la tarde, al explosionar una bomba situada debajo de un coche en el aparcamiento del centro comercial. La colocación del artefacto fue anunciada mediante dos llamadas telefónicas al diario “Avui” y a la Guardia Urbana 45 minutos antes de la explosión, según confirmó en rueda de prensa Ferran Cardenal, gobernador civil de Barcelona. Cardenal explicó que las dos llamadas telefónicas fueron efectuadas en nombre de ETA y recibidas alrededor de las 15,30 horas, anunciando que un artefacto haría explosión en un plazo de cinco y de quince minutos, respectivamente.

Guardias jurados de la empresa registraron el aparcamiento media hora antes de la explosión, sin que pudieran localizar el artefacto. El gobernador civil de Barcelona explicó que en ninguna de las dos llamadas se especificó la localización del explosivo. Ferran Cardenal indicó que en la llamada al diario “Avui”, un comunicante anónimo dijo “soy ETA, en cinco minutos explotará una bomba en el Hipercor de Meridiana, hemos avisado a la Policía y a Hipercor. Gora ETA.

La llamada fue comunicada desde el diario “Avui” a los Mossos d’Esquadra, quienes informaron a la Policía. Portavoces del hipermercado desmintieron haber recibido comunicación alguna. En cambio, vecinos del inmueble ratificaron que sí se habían producido llamadas anunciando la explosión. La Policía pudo saber que las llamadas se habían realizado desde una cabina situada frente al número 235 de la Rambla del Carmelo, en Barcelona.” La Vanguardia, 20/06/1987, pág. 3.

 

“La bomba, de gran potencia, había sido colocada en el interior de un Ford Sierra robado en San Sebastián el pasado 16 de febrero, según informó posteriormente el gobernador civil de Barcelona, Ferran Cardenal. El gobernador, cuatro horas después del atentado, afirmó desconocer las características de seguridad de Hipercor y si se había planteado la posibilidad de desalojar el centro comercial después de conocerse las amenazas telefónicas recibidas.

La explosión provocó un gran boquete en el techo del segundo sótano, por lo que la onda expansiva afectó también directamente al contiguo, una planta convertida en supermercado de alimentación.

Al estallido, que destrozó totalmente el coche bomba, le siguió un violento incendio. Las llamas afectaron directamente a otros 20 vehículos aparcados en el sótano, mientras la onda expansiva causó importantes daños a 20 automóviles más. Las instalaciones de conducción eléctrica y de agua también quedaron inutilizadas. Esa falta de fluido eléctrico –unida al fallo de las luces de seguridad- y la inundación que se produjo dificultaron las tareas de rescate.” El País, 20/06/1987.

 

“Varias de las víctimas fallecieron asfixiadas, mientras la mayoría de los cadáveres no han podido ser identificados, al haber quedado completamente calcinados. Entre los muertos se encuentran diez mujeres, una de ellas embarazada, y dos niños, de 13 y 9 años, cuya madre también murió en el atentado. El balance provisional de heridos se eleva a 38, de los que 18 se encuentran en estado grave. De estos heridos, 29 están ingresados en la unidad de quemados de la residencia Vall d’Hebron, de Barcelona.” La Vanguardia, 20/06/1987, pág. 3.

 

“El diario Avui comunicó la llamada a los Mossos d’Esquadra (policía autonómica). El portavoz del diario dijo que avisaría también a la Policía Nacional, pero el agente le respondió que ellos se encargarían de transmitir la información.

Un portavoz de los Mossos d’Esquadra dijo que el aviso del diario Avui se recibió a las 15.30 y a las 15.32 fue, a su vez, comunicado a la sala del 091, "’como es nuestra obligación’. Estas llamadas constan grabadas en una cinta magnética, y el aviso a la policía figura además en el correspondiente libro registro de telefonemas, según esta fuente de la policía autonómica catalana.

Varias llamadas anónimas de personas que afirmaron ser trabajadores del centro también aseguraron, a EL PAÍS que el aviso de la comunicación de la bomba había sido recibido por la dirección de la empresa con más de media hora de anticipación. Los comunicantes rechazaron identificarse.” El País, 20/06/1987.

 

El atentado a un hipermercado es un ejemplo típico de terrorismo, porque extiende el pánico a toda una ciudad. La calle barcelonesa vibraba ayer con la tremenda noticia. La gente se preguntaba por qué el aviso del que hablaba un comando de ETA y que iba a estallar una bomba en el hipermercado de la Meridiana, así como de que habían avisado a los almacenes –cosa que éstos niegan- y a la policía, se produjo una media hora antes. El aviso al diario “avui” se hizo a las tres veinticinco; la bomba estalló a las cuatro y doce minutos. ¿Trataba el aviso de atraer hacia la trampa mortal a los artificieros de la Policía, como ha ocurrido en otras ocasiones?” La Vanguardia, 20/06/1987, pág. 4.

 

“Las circunstancias particularmente repugnantes del atentado de ayer, obligan a mantener la cabeza fría y a no equivocar el análisis: hay que rechazar todo recurso al verbalismo y actuar en silencio. Madrid y París saben muy bien dónde localizar los centros de decisión que han dado la orden de colocar ayer ese coche-bomba en un hipermercado de Barcelona. Las condiciones monstruosas de la matanza –niños carbonizados indiscriminadamente al pasar- reclaman la respuesta, inequívoca e inmediata. del Gobierno.

Cuando el comando dependiente de Ibrahim Abdallah voló en pleno centro de París los almacenes de la Rue de Rennes, en septiembre último, el Ejército y la Policía tomaron la capital en un gesto de respuesta que no era sólo simbólico: aquel estricto cuadriculado del distrito de Montparnasse permitió capturar semanas después, en las afueras de Orleans, a los miembros de Acción Directa que planearon con toda frialdad la matanza.” ABC 20/06/1987. Pág. 11

 

Nadie se había responsabilizado aún ayer por la tarde, 24 horas después del atentado, de la decisión de no desalojar el centro comercial Hipercor en los 57 minutos que transcurrieron entre la primera llamada telefónica que advertía de la colocación del artefacto y la explosión. ...

La versión sostenida por la policía asegura que realizaron una inspección ocular de los locales en busca de algo que pudiera contener un explosivo y ante la inexistencia de nada sospechoso dieron la búsqueda por concluida a las 15,30 horas. Al parecer, fue en este momento cuando se decidió que no era necesario desalojar el inmueble, pero se desconoce quién tomó esa decisión.

El gobernador civil de Barcelona, Ferran Cardenal, aseguró en la noche del atentado que desconocía si se había planteado la posibilidad de desalojar el centro comercial. A la pregunta directa de ‘¿por qué no se ha desalojado el local?’, Cardenal contestó textualmente con un lacónico ‘no lo sé’. Roberto Guirado, asesor jurídico del hipermercado, afirmó ayer que no se evacuó al personal empleado y al público porque la policía ‘no lo requirió’. …

Otro de los aspectos todavía no aclarados es el tipo de registro efectuado en las plantas destinadas a aparcamiento, dado que uno de los sistemas más frecuentes en los atentados de ETA es la colocación del artefacto explosivo en el interior de un vehículo. En este caso, una inspección ocular no puede detectar nada que se encuentre oculto dentro de un coche.” El País, 21/06/1987.

 

La explosión en el centro comercial Hipercor de Barcelona, que causó la muerte a 15 personas y heridas de diversa consideración a otras 36, fue provocada por una bomba incendiaria, compuesta por 25 kilos de amonal –el explosivo utilizado últimamente por ETA- y unos 20 litros de líquido inflamable aún por determinar. El líquido provocó inmediatamente un incendio y una espesa humareda, causante de la mayor parte de las víctimas, que murieron por asfixia. La composición del artefacto parece confirmar la voluntad de causar un siniestro sin precedentes, lo que viene a ratificar que la organización terrorista ETA Militar ha ordenado a sus comandos que realicen atentados indiscriminados. Según creen los servicios de información, la organización ha establecido además que estos ataques contra la población civil se realicen fuera del País Vasco y Navarra. Los responsables de la lucha antiterrorista han acordado solicitar al Gobierno Francés que intensifique la colaboración.” El País, 21/06/1987.

 

Los familiares de los heridos internados en el hospital general de la residencia del Valle de Hebrón, de Barcelona, celebraron ayer una rueda de prensa en la que criticaron a la dirección del centro comercial Hipercor y al gobernador civil Ferran Cardenal. Ramón Comas, que ejerció como portavoz de los familiares, acusó a los responsables de los almacenes de haber ‘antepuesto sus intereses crematísticos a la seguridad de sus clientes’ y responsabilizó al gobernador civil de la tragedia por no haber ordenado la evacuación del inmueble una vez se tuvo conocimiento de la amenaza de bomba. Ramón Comas, quien se preguntó al menos en seis ocasiones ‘por qué no se desalojó’ el centro comercial, precisó que los familiares están ‘tan sumamente afectados, que no nos ha dado tiempo a pensar qué podemos hacer contra ellos’, en alusión a la dirección del hipermercado y a las autoridades civiles. No obstante, precisó a este diario que intentarán coordinarse con los familiares de las víctimas mortales para estudiar las medidas judiciales que puedan emprenderse para exigir responsabilidades. La rueda de prensa estuvo presidida por una fuerete carga emocional.” El País, 21/06/1987.  



13/6/12

Las condiciones del rescate a España. Erasmus vs. catetos

 

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Las becas Erasmus, acertadamente bautizadas con el nombre del autor del Elogio de algo tan nuestro como la Estupidez, permiten cada año a sucesivas hornadas de veinteañeros –los Erasmitos- cambiar de país durante un curso académico. Sus padres presumen de ello en el bar: “Pues tengo a la niña en Bolonia, estudiando”. La niña está en Bolonia, sí, pero lo que estudia, minuciosamente, son los bares de la zona y los hábitos sexuales de los nativos.

Estudiar, no estudiarán; pero ese año que dedican a ponerse hasta el ojete sin supervisión paterna, los convierte en europeos. Esos veinteañeros crecen –es ley de vida- y crecen libres del catetismo de sus mayores, habiendo trenzado lazos emotivos con sus vecinos y ven a un alemán o un belga como un madrileño de sesenta años ve a un extremeño o a un valenciano. Aunque puede que salgan unos pijos, por lo menos, ya saben: el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando.

Pero, de momento, los que mandan en la Unión Europea y en sus estados miembros no bajan de los cincuenta y no son, no se sienten, europeos. De ahí la ridícula cortedad de miras que limita sus ambiciones al horizonte de las próximas elecciones cantonales.

De ahí las ridículas peleas de taberna –de bardeo y botella de cerveza rota contra la barra- entre nuestros malditos politicastros líderes, que se sienten la mar de hábiles por convocar las elecciones sin dejar tiempo al enemigo para que haga los presupuestos a tiempo, o de retrasar dichos presupuestos hasta después de las elecciones cantonales de Al Ándalus, que igual las ganamos si la gente no se entera de lo que pensamos hacer. (Y ni siquiera) Claro, si eso produce desconfianza, es por los especuladores y por culpa de los catetos que mandaban antes.

No es un mal propio de Hispania, no. Frau Merkel hace lo mismo. Ella es otra cateta y su catetez –equiparable a la de Zapatero y Rajoy, sólo que con más pasta- está consiguiendo que sus vecinos empiecen a albergar hacia la Gran Alemania unos niveles de simpatía que no se habían alcanzado desde los años 40. Y, así, esa banda de catetos que se cree muy lista moviendo las lindes de su parcelita de secano al vecino, está pendiente de la lonja a ver si saca unas pesetas más a la cebada. Más que nada, para presumir en el bar. Y si al vecino se le pone mala la vaca, pues se alegra. Y nosotros nos regodeamos en nuestras miserias. Cada uno niega o apocalipsiza según a cuál de los partidos turnantes esté acostumbrado a echar la culpa.

Así, el gobierno alemán, cuyos bancos cantonales (sus cajas) eran el ejemplo de lo que no debe ser un banco, y que tenía la mayor exposición a la deuda griega (y española) se dedica a putear a sus vasallos porque son unos vagos y unos irresponsables, como si no supiera que, si los griegos y los españoles dejan de comprarles BMW, Volkswagen Polo y lavadoras (y tanques y submarinos), eso acabará afectándoles. La satisfacción de ser el más rico del pueblo mola más. Ha tenido que venir el amigo americano a decirles a los niños que dejen de joder.

Igualmente, los caciques griegos o españoles se han dedicado a ejercer graciosamente el mecenazgo, repartiendo con sus Arquitectos de cámara los diezmos, portazgos y alcabalas que sus sayones exaccionan al populacho.  A lo mejor pensaban: “talmente como el Papa con Miguel Ángel.”  (No es así: Miguel Ángel era un pintor genial, aunque también destacó en la escultura, máximo exponente renacentista, sus grandes obras todavía perduran. No es Calatrava)

¿Y nosotros? Pues, nosotros, igual. En vez de seguir poniendo a parir al cacique que no es de nuestra cuerda y defender al nuestro, deberíamos estar preguntándonos a santo de qué, si los principales perjudicados por la eventual quiebra de ciertos bancos “españoles”, serían otros bancos, “alemanes” o “franceses”, que prestaron alegremente la pasta a los de aquí para que se la prestaran a su vez a unas constructoras a punto (también) de quebrar… a santo de qué –digo- si ahora los países cuyos bancos peligran si los “españoles” quiebran, van a poner pasta para salvar, no a los bancos españoles, sino a los “suyos”… ¿A santo de qué le tienen que prestar esa pasta al Estado español y no a sus deudores, de forma que quienes les debamos la pasta seamos nosotros y no los bancos quebrados?

¡Vaya! La propia pregunta contiene la respuesta.

¿Qué podemos hacer?

Primero, aprender idiomas. Segundo, ampliar horizontes: no hay que echar la culpa (sólo) a nuestros catetos caseros; también –en igualdad de condiciones- a los de Berlín, Londres, París o Bruselas; incluso enterarnos de que hay una cosa llamada iniciativa legislativa europea, que permite que la gente proponga cosas directamente a la UE. Tercero, hacernos una lista de las empresas en las que han trabajado antes los catetos y de los consejos de administración donde van a sentarse cuando pierden las elecciones. CUARTO, si protestamos y exigimos cosas, limitarnos a exigir que la Justicia actúe contra los delincuentes. Dejar de perderse por los cerros de Úbeda sexistas, religiosos, locales, alimenticios o gramaticales y poner en valor las cárceles.

Quiero decir: si ese tipo que era responsable de un banco  no sólo lo ha hundido, sino que, además, falseó las cuentas para ocultarlo, parece un delincuente, es que ES un delincuente. Si el que tenía que vigilar que no lo hiciera hizo la vista gorda y parece un delincuente, ES un delincuente. Si el indocumentado que se sentaba en el consejo de administración porque lo pusieron allí y ganaba una pasta gansa por tocarse el bolo y, a cambio, firmar lo que le pusieran por delante nos parece un delincuente, es porque ES un delincuente. Pagamos a la Guardia Civil, a los Fiscales, a los Jueces, para que nos quiten de en medio a esa gente, ¿no? Pues, como los pagamos nosotros, hay que exigirles –a ellos, no a los políticos- que hagan su trabajo. Ni más, ni menos. Exigirlo todo el tiempo, en todas partes, sólo eso (de momento) Nada más. Ni salvar la Amazonia, ni salvar perritos, ni meterse con los del Athletic por llamar hija de puta a Espe, ni nada. Exigir que los funcionarios a los que pagamos para que nos defiendan de los ladrones, lo hagan.

Parece limitado, pero ¿se imagina Vd., amable lector, el efecto si el populacho pueblo soberano, concentrara todas las energías que gasta en mandar correos babosos de animalitos o cochinadas diversas, en eso, en exigir a esos funcionarios que trabajen?

La idea me viene de aquella táctica de los barbudos de Fidel en Sierra Maestra. Se apostaba un francotirador y esperaba el paso de una patrulla. Se cargaba al que iba el primero y se largaba. Nada más. Al poco tiempo –claro- nadie quería ir el primero.